El hombre que fue dos veces presidente de la Nación por
cortos períodos, Emiliano Figueroa Larraín entregó el mando
del país por primera vez el 23 de diciembre de 1910, al
recién electo presidente por unanimidad, Ramón Barros Luco.

Cabe consignar que, Figueroa había asumido la presidencia
del país el 6 de septiembre de 1910, tras la muerte del
vicepresidente Elías Fernández Albano, quien siendo Ministro
del Interior había quedado al mando del país el 8 de julio de
1910 en reemplazo del Presidente Pedro Montt Montt, pues este
último se había trasladado a Alemania, donde murió el 16 de
agosto de ese año.

Como Primer Mandatario le correspondió presidir las Fiestas
Patrias del Centenario, destacándose por su talento de
payador y por su trato protector y apatronado, pero sencillo,
cumpliendo a cabalidad su función. Hubo un gran despliegue de
lujo, discursos y banquetes. Fue tan plena la celebración,
que contó con la presencia del Presidente argentino José
Figueroa Alcorta.

Luego le tocó presidir las elecciones presidenciales de fin
de año, en las que no hubo confrontaciones políticas, gracias
a la celebración de una gran convención de todos los partidos
políticos, los que tras laboriosas votaciones, eligieron por
unanimidad candidato a presidente a Barros Luco.

Al año siguiente Figueroa fue designado Ministro de Chile en
España y en igual carácter en 1914 pasó a Argentina,
ejerciendo hasta 1920. A su regreso al país, ese mismo año,
le correspondió formar parte del tribunal de honor que
dirimió el estrecho resultado electoral: Arturo Alessandri
Palma 177 preferencias, Manuel Barros Borgoño 176
preferencias.

Pero, en 1925 se produjo el estallido de una vieja enemistad
entre el Presidente Alesandri y su Ministro de Guerra el
Coronel Carlos Ibáñez del Campo, lo que produjo finalmente la
renuncia del mandatario a principios de octubre, delegando el
poder en el recién nombrado Ministro del Interior Barros
Borgoño, su contrincante en las elecciones de 1920.

Entonces y rápidamente Ibáñez reunió a los presidentes de
los partidos, exceptuando al Partido Comunista, para
ofrecerles una última oportunidad de ponerse de acuerdo en un
candidato único. Sin embargo, el acuerdo de los partidos
debía lograrse con el beneplácito de las Fuerzas Armadas.

Luego de tres días seguidos, en los que se barajaron muchos
nombres, la última votación se definió por «el caballero de
la época de los coches de posta», Emiliano Figueroa Larraín,
quien siendo militante del Partido Liberal Democrático,
consiguió un triunfo aplastante sobre su contendor, el doctor
José Santos Salas, el 24 de octubre de 1825, asumiendo la
presidencia el 23 de diciembre de ese mismo año, por el
período comprendido entre 1925 y 1931.

El nuevo presidente representaba el arquetipo del caballero
y el ejemplo de hombre público, por las virtudes de
ponderación, espíritu de conciliación y tendencia a la
transacción que poseía; personificaba la idea de confianza, y
el culto al honor y a la honestidad.

Se sometió a las exigencias del Comité Militar dejando el
Ministerio de Guerra a Ibáñez. Pero desde el primer momento,
su labor fue extemporánea. Ya a comienzos de 1926 se sentía
cansado, rodeado de individuos con fuertes ambiciones.

Luego, en febrero de 1927 designó a Ibáñez como Ministro del
Interior, quien en forma suplementaria demandó el
cumplimiento de las leyes sociales, y de acuerdo a una ley,
se redujo el número de funcionarios de la administración
pública. Un mes después, el Coronel Ibáñez insistió en su
deseo de alejar de sus funciones al presidente de la Corte
Suprema, Javier Angel Figueroa Larraín, hermano del
presidente.

Estas tensiones sumadas a las intrigas políticas y presiones
partidistas llevó al Presidente Figueroa a solicitar una
licencia por dos meses, dejando al Coronel Ibáñez como
Vicepresidente. El primer decreto de este fue destituir al
juez Figueroa, manteniéndolo detenido en su casa.

Dado los acontecimientos, el presidente presentó su renuncia
al cargo el 7 de abril de 1927, siendo aceptada por el
Congreso el 4 de mayo de ese mismo año.

Al año siguiente Figueroa fue designado Embajador de Chile
en Perú, en la recién creada embajada, después de largos años
de negociaciones diplomáticas. Desde ese cargo, llegó a
acuerdo para la firma del tratado y protocolo del 3 de junio
de 1929, que solucionó definitivamente el problema de Tacna y
Arica.

Figueroa regresó al país en 1930, asumiendo el cargo de
presidente del Banco Central.

Al año siguiente mientras viajaba de Santiago a la Laguna de
Aculeo sufrió un accidente automovilístico el 16 de mayo de
1931, falleciendo en la Asistencia Pública ese mismo día, a
los 65 años de edad.

Por somosfutrono

Somos un medio de comunicación que difunde el respeto al medio ambiente y los pueblos originarios; NOTICIAS , ACTUALIDAD, COMPROMETIDOS CON LA VERDAD.