En un accidente automovilístico en el camino de El Olivar de
Viña del Mar falleció el 7 de enero de 1930 el Almirante Luis
Gómez Carreño, a los 65 años de edad. En vida se destacó en
distintas actividades, llegando a ejercer los cargos de
Comandante en Jefe de la Escuadra, Director de la Escuela
Naval y Ministro de Guerra y Marina

Cabe señalar que el Gobierno en reconocimiento a la actitud
desinteresada que tuvo en distintas actuaciones, y que por
sus propios méritos había hecho toda su carrera, le creó una
plaza especial de Vicealmirante, porque había comprometido
con sus múltiples servicios la gratitud del país.

De hecho, Carreño inició su carrera de marino durante la
Guerra del Pacífico y en las batallas de Chorrillos y
Miraflores tuvo su bautismo de Sangre. Posteriormente, siendo
Gobernador Marítimo de Valparaíso, subió a bordo de una nave
abandonada por su tripulación en pleno temporal, la dirigió
en medio de las olas embravecidas y la hizo llegar intacta al
Malecón.

Pero, en la V Región se le recuerda por su destacada
participación, como Jefe de Plaza de Valparaíso durante la
emergencia derivada del terremoto del 16 de agosto de 1906.
El violento sismo, alcanzó una intensidad de 8,6º en la
escala de Richter, reduciendo el puerto a escombros,
provocando 2 mil muertos.

Cuando se produjo el terremoto, Gómez Carreño era Capitán de
Navío y ocupaba el cargo de Gobernador Marítimo. Entonces,
por disposición del Gobierno asumió la jefatura de plaza, al
día siguiente de la tragedia. Nombrado en su cargo, emplazó
su oficina en una carpa en la Plaza de la Victoria y desde
allí comenzó la organización para dar los primeros servicios
a la ciudad.

En su primera “Orden del Día”, se preocupó en organizar la
alimentación, distribución de agua, sanidad, policía, retiro
de los escombros, extracción de cadáveres, demolición de
edificios peligrosos, comercialización en almacenes de
provisiones y transporte.

Además, todas las tropas del Ejército y Marina y la de
buques extranjeros que colaboraban en las labores de rescate
fueron puestas a sus órdenes, con lo cual rápidamente se pudo
normalizar lo esencial en la vida de la ciudad.
Adicionalmente, Gómez Carreño se distinguió por su energía
para repeler el vandalismo que, aprovechando la confusión
provocada por el terremoto, se había desatado en el puerto.

Su decidida y activa participación en la normalización de
las actividades de la ciudad, lo hizo merecedor del
reconocimiento público. Sin embargo, debió lamentar la muerte
de varios de sus hombres que entregaron esa noche sus vidas
en el cumplimiento del deber, los que perecieron al tratar de
prestar auxilio a los heridos que se encontraban atrapados
bajo los escombros.

La energía y decisión de Gómez Carreño, también es recordada
en la Marina de Chile, la que queda reflejada con la
siguiente anécdota: En 1921 fue encargado de traer al país el
acorazado «Almirante Latorre» desde Inglaterra.

Estando en el puerto de Plymouth, momentos antes del zarpe
de la fuerza naval chilena compuesta por el acorazado
«Almirante Latorre» y los cazatorpederos «Williams»,
«Riveros» y «Uribe», las autoridades del puerto le indicaron
que por razones de mal tiempo, todo movimiento marítimo
estaba suspendido.

A esta instrucción Gómez Carreño contestó: «He avisado a mi
gobierno que zarpo hoy y no enmendaré mi rumbo», fue la
resuelta respuesta del Almirante, zarpando luego rumbo a la
patria, vía Canal de Panamá.

Después de cruzar las esclusas de dicho canal y antes de
salir al Océano Pacífico, las autoridades del canal
notificaron al Almirante que exigían la cancelación en dinero
efectivo, rechazando el pago con un cheque en dólares girado
por el Gobierno de Chile.

Luego de tensas negociaciones sin resultados, el Almirante
Gómez Carreño comunicó a las autoridades del canal el
siguiente mensaje: «O reciben mi cheque y me dejan zarpar, o
los cañones del “Almirante Latorre” volarán sus oficinas». Y
al mismo tiempo ordenó zafarrancho de combate.

Ante esta decidida demostración de fuerza, las autoridades
del canal resolvieron aceptar el cheque de pago y autorizaron
el zarpe de la escuadra chilena. De esta manera y haciendo
uso del lema de nuestro escudo patrio, es decir, usando la
fuerza sólo para hacer imperar la razón cuando otros la
quieren desconocer, arribó al puerto de Valparaíso el 20 de
febrero de 1921.

El nombre del carismático y enérgico Almirante Luis Gómez
Carreño, «Don Luchito» o «Gómez Carreño» a secas, ha sido
perpetuado en un extenso complejo habitacional existente en
el sector alto de la ciudad de Viña del Mar y en el nombre de
una Compañía de Bomberos de esa ciudad.

Por somosfutrono

Somos un medio de comunicación que difunde el respeto al medio ambiente y los pueblos originarios; NOTICIAS , ACTUALIDAD, COMPROMETIDOS CON LA VERDAD.