En el Cementerio General de la ciudad de Santiago fueron
sepultados provisoriamente los restos mortales de la poetisa
Lucía Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral, quién
obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1945 y seis años más
tarde fue reconocida en Chile con el Premio Nacional de
Literatura.
Cabe consignar que la poetisa se encontraba en el Hospital
General de Hempstead, de Nueva York aquejada de cáncer de las
páncreas, enfermedad que le produjo la muerte el 10 de enero.
Su deceso llevó a una gran conmoción mundial, incluso la
Asamblea de las Naciones Unidas suspendió la sesión que
estaba celebrando.
Luego de su fallecimiento, el Gobierno de los Estados Unidos
puso a disposición de la Embajada de Chile un avión especial
para trasladar los restos de la gran poetisa. Su cadáver fue
transportado en un avión de la Fuerza Aérea a Perú y de allí
pasó a un avión nacional, regresando definitivamente a su
Patria.
La nave arribó al Aeropuerto de Los Cerrillos el día 18 de
enero, siendo trasladada al Salón de Honor de la Universidad
de Chile, donde se realizó el velorio y se le rindieron los
honores póstumos. Hubo una fila interminable de gente, que lo
único que quería era verla una vez.
A su vez, el gobierno del Presidente Carlos Ibáñez del
Campo, declaró tres días de duelo oficial. Además se le
rindieron homenajes en todo el Continente y en la mayoría de
los países del mundo. Luego, el 21 de enero sus restos fueron
trasladados al Cementerio General, en espera definitiva en
Monte Grande, como fue su deseo.
«Es mi voluntad que mi cuerpo sea enterrado en mi amado
pueblo de Monte Grande del Valle de Elqui», reza la lápida
que cubre el sepulcro en su tierra natal. Su tumba se
encuentra ubicada en un cerro cercano a la casa-escuela que
habitó durante su infancia y juventud en el pueblo de Monte
Grande.
Y no es raro que la poetisa haya escogido este lugar para
ser su última morada, ya que a pesar de haber vivido en
muchos países y conocido grandes metrópolis, siempre estaba
el recuerdo del pueblo que vio sus primeros pasos en el mundo
de las letras y sus primeras experiencias como profesora. De
hecho y por disposición testamental del día 17 de noviembre
de 1956, donó todos los derechos de sus obras que se
publiquen en América del Sur a los niños de Monte Grande.
Tanto la casa que habitó la poetisa, como la tumba donde
reposan sus restos fueron declarados Monumentos Nacionales en
1961. Un póstumo y merecido homenaje.
Cabe recordar que, Gabriela Mistral se convirtió en la
primera chilena en ser reconocida por su talento y magia
poética con el Premio Nobel de Literatura, el que recibió de
manos del Rey Gustavo V en diciembre de 1945. Sólo seis años
después, Chile le concedió el Premio Nacional de Literatura,
en 1951.
Se dice que: «los suecos no conocían el Premio Nacional de
Literatura, y en Chile no conocían bien a Gabriela Mistral».
De hecho, su primer libro «Desolación», se publicó en Chile
recién en 1922, cuando ya había circulado por América y por
España. Luego, en 1925 recibió honores en Brasil, Uruguay y
Argentina. Posteriormente, en 1946 le rindieron otros
homenajes: en París se le otorgó el grado correspondiente a
la Legión de Honor. En Italia fue nombrada Doctor Hornoris
Causa de la Universidad de Florencia. El mismo grado le
otorgó en 1947, en Mills College, de Oackland, California, y
New Orleans la declaró «Hija ilustre de la ciudad». También
la Asociación Bibliográfica y Cultural de Cuba le otorgó una
medalla anual a Gabriela.
Sin embargo, en su propia patria tuvieron que pasar largos
años para que Gabriela Mistral fuera reconocida. Luego de
tres años de haber recibido el Premio Nacional de Literatura,
es decir en 1954, se le rindió un homenaje oficial en Chile.
Y dos años más tarde, en 1956 el Gobierno decidió darle una
pensión especial.
Así recién en marzo de 1960, tres años después de su deceso,
se cumplió su sueño, con la publicación de su libro «Poema de
Chile», que dice: «Este mi segundo cuerpo / en el punto en
que comienza / Patria y Madre que me dieron».