En el Aeródromo Lo Espejo se presentó el 9 de marzo de 1914
el Teniente Primero Alejandro Bello Silva para rendir la
prueba que le daría el título de piloto, la cual consistía en
volar el trayecto: Aeródromo – Culitrín – Cartagena –
Aeródromo. Pero en el recorrido se perdió, y a pesar de la
búsqueda, jamás se encontraron los restos del avión, ni el
cadáver del joven piloto.

Cabe consignar que, cinco años antes, en 1909, Bello ingresó
como Cadete a la Escuela Militar, pero al poco tiempo se
trasladó a la recién fundada Escuela Aeronáutica Militar, con
el fin de recibirse como piloto. En ese tiempo fue alumno del
Capitán Manuel Ávalos Prado y adicionalmente recibió
instrucción de vuelo en Francia.

El día de la tragedia cuatro fueron los aspirantes que se
presentaron al Aeródromo de Lo Espejo para rendir la prueba
que previamente había sido planificada por Ávalos, la misma
que el año anterior habían cumplido sin mayor inconveniente
los primeros alumnos egresados de la Escuela de
Aeronáutica.

El examen consistía en volar el triángulo definido, en un
lapso máximo de 48 horas. Entre los raids cercanos al
aeródromo, éste era el más sencillo y el menos expuesto,
porque contaba en todo el recorrido con numerosos lugares
favorables para el caso de un aterrizaje forzado.

Así, Bello comenzó a rendir la prueba alrededor de las 5:30
horas piloteando un avión Sánchez – Besa de 80 HP, llamado
“Manuel Rodríguez”, pero se vio obligado a regresar a Lo
Espejo por malas condiciones atmosféricas, al igual que el
resto de sus compañeros.

Las razones dadas a Ávalos por su retorno fueron las
siguientes: “A una altura de más de 800 metros me dirigía a
Culitrín, donde llegué cerca de las seis, pero no pude
aterrizar debido a que una espesa neblina me impedía ver las
banderas con las cuales se me indicaría el sitio donde
hacerlo. Durante más de una hora y cuarto volé por sobre
Culitrín, pero, como la atmósfera no se despejaba, resolví
volver”.

Luego a las 09:30 horas, Bello y Ponce, otro de los
aspirantes, solicitaron autorización para iniciar nuevamente
sus recorridos, a lo cual accedió el Capitán Avalos, en vista
de que en Lo Espejo el tiempo se presentaba favorable y los
aviadores poseían, a su juicio, una buena experiencia.

En este segundo intento ambos pilotos lograron llegar a
Culitrín, con una diferencia de media hora uno del otro. En
ese lugar almorzaron y esperaron que el viento amainara,
hecho que ocurrió alrededor de las cuatro de la tarde.
Entonces ambos pilotos prepararon sus máquinas y a la hora
emprendieron rumbo a Cartagena.

Los aspirantes se mantuvieron a la vista durante el vuelo,
pero al sobrevolar los cerros de la costa, se encontraron con
una densa neblina, por lo que decidieron tomar altura. Al
llegar a Cartagena, según Ponce, Bello comenzó a descender
por un pequeño claro, entre las nubes, y él resolvió seguirlo
hasta donde fuera posible.

Pero al poco tiempo lo perdió de vista y al considerar
peligroso el recorrido, decidió tomar altura nuevamente,
logrando salir sobre las nubes. Luego logró divisar a Bello
que volaba delante de él, sobre las nubes, en el mismo rumbo
suyo. Sin dar mayor importancia a la situación, Ponce
continuó volando a la vista de Bello, cuyo aparato alcanzaba
a divisar como un punto, proyectado contra la Cordillera de
Los Andes.

Eran cerca de las siete de la tarde y Ponce se dio cuenta
que le quedaba poco combustible, por lo que decidió aterrizar
pensando que se encontraba en las proximidades de Lo Espejo.
Sin embargo, grande fue su sorpresa, cuando las personas que
acudieron al sitio del aterrizaje le manifestaron que se
encontraba en Buín.

Enterado de los acontecimientos el Capitán Ávalos solicitó
informes a Cartagena sobre el destino de Bello, pero en el
lugar nada sabían del piloto. Inmediatamente se ordenó a la
policía de Melipilla, San Antonio y Cartagena buscar al
aviador, la que recorrió a caballo toda la región. A su vez
se solicitó la cooperación de la Armada, quien dispuso el
buque “Gálvez” para rastrear el mar desde San Antonio.

A su vez, la aviación militar exploró durante diez días a
pesar de las dificultades provocadas por la neblina y las
escarpadas montañas, arriesgando muchas veces la vida de los
pilotos destinados a esta misión.

La búsqueda del Teniente Bello duró diez días, en los cuales
no se encontró ningún indicio de su desaparición. La comisión
investigadora de la Escuela de Aeronáutica comunicó: “Se cree
que el Teniente Bello ha caído al mar”. Por lo tanto, el 24
de marzo el Gobierno de Ramón Barros Lucos y la Escuela de
Aviación Militar dieron por terminada la investigación.

La desaparición de Bello ha permanecido como un misterio
indescifrable. Sin embargo, dondequiera que haya caído, su
espíritu vive en el recuerdo de quienes reconocieron en su
muerte, un ejemplo puro de inmolación al deber.

Esta tragedia con el correr del tiempo dio origen a la muy
famosa expresión: «más perdido que el Teniente Bello», para
referirse a personas distraídas o que se han perdido en el
camino.

Por somosfutrono

Somos un medio de comunicación que difunde el respeto al medio ambiente y los pueblos originarios; NOTICIAS , ACTUALIDAD, COMPROMETIDOS CON LA VERDAD.