Los patriotas al mando de los generales Bernardo O’Higgins
Riquelme y José de San Martín Matorras fueron sorprendidos
por los realistas la noche del 19 de marzo de 1818, en las
llanuras de Cancha Rayada, cerca de la ciudad de Talca,
sufriendo un grave revés nuestra Independencia.

Cabe señalar que, las fuerzas realistas fortificadas en
Talca al mando del Coronel José Ordónez se habían enfrentado
con los patriotas esa tarde en las afueras de la ciudad. Al
anochecer, ambos ejércitos se retiraron cansados de la lucha
dada. Entonces, el jefe español, analizando la desproporción
de fuerzas, y visto el cansancio de sus tropas, se creyó
perdido, y decidió caer por sorpresa sobre las fuerzas
patriotas.

En esos momentos los soldados chilenos agotados, se
encontraban pernoctando en las llanuras de Cancha Rayada,
siendo atacados por los realistas. La batalla fue corta y
sangrienta. De hecho, O’Higgins fue herido en un brazo y
perdió su caballo. Mientras que, San Martín se vio obligado a
disponer la retirada, ante el destrozo ocasionado por el
enemigo.

Si bien las bajas chilenas se estima que fueron menores que
las de su adversario, la confusión hizo que los patriotas
huyeran desordenadamente hacia el norte, abandonando en el
campo de batalla o en el camino: caballos, mulas, municiones,
artillería, fusiles, es decir, todos los materiales
necesarios para un próximo enfrentamiento.

Sólo la división comandada por el General argentino Juan
Gregorio Las Heras de la Gacha, compuesta por unos 3 mil
hombres, logró retirarse en orden del campo de batalla. Así,
este contingente constituyó el núcleo en torno al cual se
organizó nuevamente el ejército patriota.

Al conocer los resultados de la Sorpresa de Cancha Rayada,
Paula Jaraquemada Alquízar, organizó militarmente a los
inquilinos de su campo de Paine y poniendo a su propio hijo
al frente, ofreció a aquellos hombres a San Martín. Además
proporcionó otros elementos que eran necesarios, tales como
caballos, alimentos, alojamiento, entre otros.

Además su hacienda se transformó en hospital, pues allí
fueron atendidos los heridos en la batalla, entre ellos
O’Higgins, por el cirujano Coronel John Greene, irlandés que
luchó por nuestra independencia. También esta residencia
sirvió de Cuartel General para San Martín.

Mientras tanto, al llegar a Santiago la noticia del triunfo
realista, provocó terror en la población, quienes pensaron
que todo estaba perdido, pues se rumoreaba incluso que
O’Higgins y San Martín habían muerto o que habían huido a
Mendoza. Así fue que muchos santiaguinos emprendieron viaje
al país vecino.

En medio del caos apareció Manuel Rodríguez Erdoíza y con el
objetivo de reanimar a la población, llamó a un Cabildo
Abierto, el cual le otorgó plenos poderes. Rodríguez dirigió
un discurso a los habitantes de Santiago, finalizándolo con
la célebre frase: «¡Aún tenemos patria, ciudadanos!».

Enseguida formó un pequeño batallón de aproximadamente 200
hombres, bautizado con el nombre de «Húsares de la Muerte»,
cuyo emblema era una calavera blanca sobre un fondo negro,
simbolizando la decisión de morir en la batalla antes que
permitir el triunfo del enemigo.

Al enterarse O’Higgins de los sucesos de la capital y, aún
herido decidió regresar desde el sur. Una vez en Santiago e
informado de la situación reunió al Cabildo y con su brazo
vendado y el rostro pálido por el cansancio, se dirigió a los
presentes en medio de aplausos, para explicarles lo sucedido
y asegurarles que la Patria tenía recursos suficientes para
salir victoriosa de aquella tremenda crisis.

Por somosfutrono

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