En la ribera sur del río Mataquito, murió luchando el 1 de 

Abril de 1557 el toqui Lautaro, a los 23 años de edad. El

enfrentamiento entre los conquistadores españoles y los
indígenas ocurrió en el lugar llamado Peteroa, sin embargo a
esta batalla también se le conoce con el nombre de
Chilipirco.

Luego de la lucha, y a fin de levantar el ánimo de los
españoles, la cabeza del Toqui fue traída a Santiago y
empalada en la Plaza Mayor. Pero este hecho no mermó su
nombre y por el contrario, por sus proezas guerreras Lautaro
se convirtió en símbolo, no sólo de la libertad de su pueblo,
sino de la libertad de América.

Así fue que años más tarde, los grandes próceres
independentistas se unieron a través de la “Logia Lautarina”,
institución que tuvo en sus filas a hombres como: Simón
Bolivar, Bernardo O’Higgins Riquelme, José de San Martín
Matorras, y Sucre entre otros.

Cabe consignar, que los historiadores están de acuerdo en
considerar a Lautaro como un genio militar, ya que fue el
creador de la táctica guerrera consistente en atacar por
oleadas, lanzando los escuadrones, uno tras otro, sin dar
descanso al enemigo; de manera que, al retirarse del combate
el primero, aparece el siguiente. Así es que, cuatro siglos
después de su muerte, su busto pasó a integrar la galería de
grandes estrategas del mundo en las academias militares de
Europa.

Este gran guerrero mapuche nació hacía 1535 en las cercanías
de Tirúa, en el sur del país. Su nombre verdadero era “Lev
Traru” que en mapudungún significa “Halcón Veloz”,
posteriormente, con la llegada de los españoles se
castellanizó y se popularizó como Lautaro.

Fue tomado prisionero por Pedro de Valdivia en 1550, cuando
tenía 16 años de edad, siendo bautizado por el Gobernador,
con el nombre de “Felipe”. Así fue que Lautaro aprendió de
Valdivia cómo vivían los españoles, cómo pensaban, sus
fortalezas, sus debilidades y flaquezas. Luego huyó y comenzó
a concientizar a su pueblo, a quien le infundió que para
derrotar al español era necesario usar, antes que el músculo
y la bravura, la inteligencia y la organización.

Nombrado Toqui por su pueblo venció a los conquistadores en
la batalla de Tucapel, desarrollada en diciembre de 1553,
donde Valdivia y sus hombres sucumbieron en la acción. En
febrero del año siguiente ganó la batalla de Marigüeño,
siendo su contrincante Francisco de Villagra. En diciembre de
1555 atacó a Penco y asaltó el fuerte. Al año siguiente
efectuó la segunda captura de la ciudad de Concepción.

Finalmente, en 1557 se propuso apoderarse de Santiago y se
dirigió al norte, pero al enterarse de la expedición de
Villagra, acampó cerca de las fuerzas españolas el 29 de
marzo, festejando de acuerdo a las costumbres araucanas.

Mientras tanto, Villagra esperaba la primera claridad para
lanzarse al asalto. Sus tropas habían logrado acercarse sin
ser vistas y los «gateadores» enviados como descubierta no
comunicaban ninguna novedad, lo cual indicaba que el enemigo
dormía sin temor de ser atacado. Los españoles esperaban el
momento de atacar, cuando una trompeta impaciente dio la
señal antes de tiempo.

De inmediato los mapuches se levantaron y corrieron a tomar
sus armas, al mismo tiempo que lo hicieron los hombres de
Villagra. Los indígenas se defendieron con un valor
desesperado, hasta que el Toqui fue herido de muerte y sus
tropas comenzaron a flaquear. Tan pronto como los españoles
se dieron cuenta de la muerte de Lautaro, extendieron sus
gritos: «¡Aquí, españoles, que Lautaro es muerto!»
«¡Victoria, victoria!».

Sobre el campo de batalla quedó tendido el hombre que había
logrado aunar los esfuerzos del pueblo mapuche en su lucha
contra el invasor. De hecho, se formó en el campo de los
castellanos y allí aprendió sus costumbres, su idioma, la
forma de manejar la guerra, organizando sus fuerzas y
moviéndolas en el campo de batalla al son de trompetas y
tambores.

Fue el más grande guerrero que produjo la inteligencia de
los araucanos y el precursor de todos los conocimientos que
fueron desarrollando sus toquis más tarde. Enseñó el manejo
del caballo y quitó de la mente de los indígenas la
superstición de que el animal formaba un solo ser con su
jinete.

Lautaro fue sin duda el único estratega y táctico que nació
en Arauco y organizó a su raza para la guerra; los que
vinieron más tarde cumplieron misiones parecidas, pero jamás
superaron a este verdadero genio de su raza.

Por somosfutrono

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