La Reina Isabel I de Inglaterra le confirió el título de
“Sir”, Caballero, al Corsario que asoló las costas chilenas,
Francis Drake el 4 de abril de 1581, por ser el primer
británico en dar la vuelta al mundo a través del Cabo Buena
Esperanza y regresar con el buque “Golden Hind”, Cierva
Dorada, con una muy rica carga de oro, plata, perlas y
piedras preciosas.

Drake recibió una bienvenida de héroe. Hombres y mujeres
acudieron en gran número para presenciar la llegada de la
nave al puerto de Plymouth; incluso la reina Isabel I, subió
al «Golden Hind», se sentó a la mesa con Drake y sus piratas
y acabó por hacerlo noble. Pocos días después, se comenzaron
a componer canciones, sonetos, odas y poemas en honor de la
histórica travesía.

Los asaltos de Drake en las costas chilenas, se podrían
definir como consecuencia del odio que sentía hacia España
por las injusticias, a su entender, cometidas por los
soldados de Felipe II en las contiendas con los ingleses. A
ello se sumaban las prolongadas guerras religiosas que
tuvieron lugar en Europa en el siglo XVI, en las que la
España, de Carlos V y Felipe II, llevaba el liderazgo de la
defensa del catolicismo contra los protestantes.

Cabe consignar que, un barco corsario era aquel que navegaba
a las órdenes de un rey y realizaba «actos de guerra» contra
los intereses de un país enemigo. Se debe tener presente que
el contrabando y la piratería produjeron enormes beneficios a
Inglaterra, de los que participaba la Reina.

La travesía hacia el Océano Pacífico, se inició el 13 de
diciembre de 1577, día en que Francis Drake zarpó de
Plymouth, comandando a la “Golden Hind” y cuatro
embarcaciones más, provistas de víveres, armas y hombres. Sin
embargo, no causó alarma en España, pues la Corona pensó que
se dirigía rumbo a Alejandría.

Su viaje por el Atlántico demoró nueve meses, en los que se
dedicó a asaltar naves españolas y portuguesas. Finalmente,
el 20 de agosto de 1578 la expedición, con sólo tres naves,
entró al Estrecho de Magallanes, llegando al Pacífico el 6 de
septiembre de ese año. Pero Drake debió enfrentar una
prolongada tempestad que le hizo perder otra nave. La única
embarcación que quedaba regresó a Inglaterra, por lo que el
Corsario continuó solo a bordo de la “Golden Hind”.

A fines de noviembre llegó a la Isla Mocha, en la costa de
Arauco, donde se enfrentó con los indígenas que la habitaban;
recibió un golpe en la cabeza y un flechazo en la mejilla
debajo del ojo derecho. Se supone que la resistencia de los
nativos fue organizada por unos españoles que vivían allí.

Luego, Drake continuó su viaje arribando a Valparaíso el 5
de diciembre, donde encontró la nave de Hernando Lamero. Este
comerciante tenía en su barco una partida de casi 25 mil
pesos de oro en polvo que había traído desde Valdivia, y en
esos momentos se encontraba cargando unas garrafas de vino
para llevar al Perú.

La sorpresa fue total y no hubo resistencia al asalto de los
ingleses. Lamero se tiró al agua y huyó, informando sobre lo
que acontecía a la escasa población del lugar, la que también
decidió escapar. Con el campo libre, los ingleses se dieron a
la tarea de desvalijar el poblado, abundante en carne salada,
tocino, harina y otros productos que eran enviados al Perú.

Incluso, robaron los vasos sagrados de la capilla del
puerto. El 8 de diciembre, Drake partió de Valparaíso,
llevándose la nave de Lamero. Con relación a este hecho
existe en Playa Ancha de Valparaíso, la leyenda: “La Cueva
del Pirata”.

“…..Hay en los acantilados de Playa Ancha una cueva
profunda que sólo es visible desde el mar. En ella, desde
hace siglos, yacen los restos de un hombre y un tesoro.”

“Cuando el pirata Francis Drake asaltó Valparaíso, saqueando
e incendiando, obtuvo un botín demasiado cuantioso para ser
transportado por su navío.”

“En ese botín se hallaban, junto a las joyas de las damas
porteñas y dos bolsas de oro destinadas al virrey, los vasos
sagrados de la iglesia de La Matriz, donde los piratas
escupieron, y hasta los adornos de las casas y bodegas de la
ciudad, abandonadas por sus habitantes, ante la llegada de un
enemigo sanguinario y fuerte.”

“Con cuidadoso sigilo, recorrieron los piratas cada rincón
de la costa, buscando donde ocultar sus riquezas. Al cabo
descubrieron una cueva de acceso dificultoso en que no
solamente escondieron su tesoro sino también encadenaron a
alguien.”

“Si ese alguien era un condenado a muerte o un centinela que
debía esperar – sin huir – el regreso de sus compañeros, es
cosa ignorada. Se sabe, sí, que nunca volvió nadie.”

“Hoy, estando la marea baja, si se mira desde el mar, podrán
verse cien mil fisuras, cuevas y oquedades. En una de ellas
¿cuál exactamente?, esperan el oro y los huesos.”

“El buscador o el incauto que penetre en su interior deberá
enfrentarse a las aguas, que pueden subir repentinamente,
ahogándolo, y a una trampa montada para acabar intrusos. Y
finalmente a la oscuridad en que, sabemos, no estará
solo……”

La próxima parada de Drake fue la bahía de La Herradura,
donde se enteró de la proximidad de La Serena, ciudad que
decidió asaltar. Bajó a tierra a doce hombres, los que
debieron retroceder ante las fuerzas que en esa ciudad se
habían organizado al recibir noticias de su presencia en las
costas de Chile.

Sin embargo, los ingleses no quisieron entrar en combate y
siguieron hacia el norte. Llegaron a Perú y luego hasta
California, en América del Norte. El Corsario tomó posesión
de este territorio a nombre de la Corona inglesa, aún cuando
pertenecía a España.

Posterior a su nombramiento de “Sir”, en 1585, Francis Drake
se apoderó de Santo Domingo y asoló la región de La Florida.
En Europa, tomó parte en la destrucción de la invencible
Armada española en 1587, marcando el comienzo del poderío
naval inglés.

Luego, en 1594, la reina Isabel I, lo nombró Almirante. En
1595, partió en su última expedición a América, intentó
inútilmente tomar La Palma y después Puerto Rico, pero Drake
se enfermó durante la campaña, muriendo el 7 de febrero de
1596, a los 56 años de edad, a la altura de Porto Bello, de
regreso a Europa.

Los restos del “Emperador del Mar”, fueron colocados en una
caja de plomo, la que se llevó a cubierta. Allí el capitán
Sand, leyó con voz ronca varios salmos de difuntos.
Posteriormente, la caja fue envuelta en la bandera de
Inglaterra arrojada al mar.

Francis Drake es un producto histórico de su época, inmerso
en un contexto de luchas de poder entre naciones que
ambicionaban apoderarse de los metales preciosos que se
sacaban de América.

Por somosfutrono

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