AGUAS SUCIAS

Todo hacía suponer que esta semana se entraba en tierra
derecha, o, si se quiere (para los que todavía sienten
complejos por sus convicciones), se tomaría la recta final
hacia las elecciones municipales, programadas para octubre de
este año. Entre martes y miércoles se vence el plazo que el
legislador fijó para que las coaliciones políticas, de uno y
otro lado, inscriban en el SERVEL los precandidatos a
alcaldes en aquellas comunas donde tengan más de uno. Todo
muy democrático: se acababan las designaciones a dedo o por
secretaría y el representante del sector lo elegirían los
vecinos a través de elecciones primarias municipales.
Excelente profundización y perfeccionamiento de nuestra
democracia.

Pues bien, preocupados al comprobar que tan loable intención
quedaba como letra muerta y que al mejor estilo de
“iluminados” las cúpulas de Chile Vamos decidían, entre
cuatro paredes, quiénes serían los candidatos a alcaldes del
sector, lo que pasó al menos en Providencia, me hallaba
definiendo una respuesta a tan ignominioso proceder… cuando
se dejó caer el “diluvio” que causaría una catástrofe en todo
el país y con particular intensidad en… ¡Providencia! Mi foco
estratégico cambió inmediatamente.

Nadie pudo quedar indiferente al ver transformada
Providencia, pleno siglo XXI, en un río de barro, que a su
paso destruía lo que se le pusiera por delante y arruinando
literalmente todo aquello que personas comunes y corrientes,
verdaderos emprendedores, con tanto esfuerzo habían
construido: restaurantes, librerías, tiendas, subterráneos,
muebles… ¡Qué más decir… si usted lo vio!

Siempre he sostenido que desde el punto de vista
metropolitano Providencia es “la capital de la capital”, la
comuna articuladora de la gran ciudad, y que con un urbanismo
ejemplar constituye un referente citadino a nivel nacional e
internacional. Se suma a lo anterior la “vocación de barrio”
que tienen sus vecinos y que la hace, para muchos, una comuna
en esencia aspiracional: son muchos los que sueñan con vivir
en Providencia por su calidad de vida, la dimensión humana
que muestra su desarrollo, sus parques y sus plazas, la
oferta integral de sus servicios, su articulación en el
transporte público, etcétera…

Al momento de analizar las características que definen los
emprendimientos en la comuna se aprecia un alto nivel de
medianas y pequeñas empresas del más variado tipo. Aquellas
actividades que conocemos como Pyme son el motor del
desarrollo y de la generación de recursos a nivel local, y
permiten al municipio ser socialmente muy solidario y con una
gran sensibilidad con los más necesitados. Existe meridiana
claridad respecto de que Providencia es una comuna atractiva
para invertir, base fundamental para que ese desarrollo
genere la calidad de vida que enorgullece a sus vecinos y a
la que legítimamente aspiran otros.

Hoy, todo se debe centrar en volver tan pronto como sea
posible a la normalidad; ya se verá luego quién es el o los
responsables del desastre. Pongo especial énfasis en este
último punto, pues si hay algo claro es que Providencia tiene
un gobierno comunal extraordinariamente mediocre, cuya
gestión se ha caracterizado por no hacer las cosas bien, muy
al contrario. Del gobierno central mejor ni hablar. Ambos
niveles con la desidia, inepcia y negligencia que los
caracteriza intentan lavarse las manos, con el agua ya caída,
y bien sucia.

CRISTIÁN LABBÉ GALILEA

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