El Ejército del incipiente movimiento independentista de
Chile, se enfrentó al maduro Ejército realista en la batalla
conocida como “Sorpresa de Yerbas Buenas”, al sur del río
Maule, la noche del 26 de abril de 1813, donde ambas fuerzas
combatieron desordenadamente, lo que trajo como consecuencia
una baja en la moral de las tropas, tanto en las realistas
como en las nuestras.

Esta batalla fue el resultado de la llegada en enero de ese
año del General Antonio Pareja a Ancud, a quien el Virrey del
Perú le confió la Reconquista de Chile. Entonces, el realista
se dirigió al norte pasando por Valdivia y luego desembarcó
en Concepción, donde logró doblegar las fuerzas del
Intendente de esa plaza. Enseguida se dirigió a Chillán,
ciudad que cayó rápidamente también.

Así, al llegar a Santiago la noticia de los acontecimientos
que ocurrían en el sur del territorio, el Senado designó el 1
de abril a José Miguel Carrera Verdugo como Brigadier y le
dio el mando de todas las tropas del reino con el título de
General del Ejército de la Frontera, encargándole partir a la
zona, para rechazar la invasión de Pareja.

Carrera estableció su cuartel general en Talca, donde llegó a
reunir un contingente de cuatro mil hombres. Igual cantidad
reunió Pareja que desde Chillán las comenzó a mover hacia el
norte, dejando en la retaguardia a un grupo de unos 300
hombres a la espera del parlamentario enviado a Carrera con
la idea de hacerlo rendirse.

Como respuesta, Carrera envió un destacamento patriota al
mando del Coronel Juan de Dios Puga Córdova, en persecución
de esa retaguardia de Pareja, comandada por el Coronel
realista Ildefonso Elorreaga, pero al no encontrarla donde
creían que debía estar, continuaron tras ella.

Mientras tanto, el grueso de las tropas realistas de Pareja,
incluyendo los 300 hombres de su retaguardia al mando de
Elorreaga, se encontraron reunidos al norte de Linares, en la
localidad de Yerbas Buenas, confiados que los patriotas
estaban muy lejos de ellos y no tomaron precauciones para
acampar.

Entonces, como a las tres de la mañana, Puga y sus hombres,
divisaron el fuego de un campamento que dormía
tranquilamente. Suponiendo que era solo la escolta, se
lanzaron sobre ella a los gritos de ¡Viva la Patria!,
embistiendo en la mayor confusión. A los pocos minutos los
oficiales perdieron todo el control sobre ellos.

Pronto los patriotas se apoderaron de la artillería enemiga,
pero al hacerlo se dieron cuenta del error en que estaban,
pero a esas alturas no podían retroceder. Frente a estos
acontecimientos los artilleros españoles huyeron y cuando el
oficial a cargo de ellos apareció en el lugar comenzó a
impartir órdenes a los patriotas, a quienes confundió con sus
hombres. Hecho prisionero, se lo llevaron junto con algunos
cañones.

El triunfo había sido tan grande como inesperado para los
patriotas, pero en la retirada fueron atacados en el camino
por la caballería enemiga, que no había tomado parte en el
combate, perdiendo allí todas sus conquistas y así la
retirada se convirtió en una derrota.

Un ayudante de Pareja describió la batalla como: «Los
patriotas se habían apoderado de la artillería realista y de
su Comandante, y se habían confundido en medio del campamento
con sus enemigos. Grupos de 100 y 200 realistas se hacían
fuego unos a otros o se batían a bayonetazos». “Los gritos de
¡Viva el Rey! y ¡Viva la Patria!, sonaban en todas
direcciones.”

El desenlace de la sorpresa tuvo repercusiones negativas en
ambos bandos, más que por el resultado material, por lo que
significó en la moral de las tropas, tanto realistas como
patriotas.

Por somosfutrono

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