El Capitán Miguel Grau Seminario, vencedor en el Combate
Naval de Iquique comandando el Huáscar, le envío una emotiva
carta el 2 de junio de 1879, a la viuda de su adversario
Carmela Carvajal, solo doce días después que el Capitán
Arturo Prat Chacón, al mando de la Esmeralda, diera la vida
por su Patria al saltar al abordaje.

Sobre este incidente Grau escribió siete días después del
combate a su cuñada Manuela Cabero, esposa del comandante de
la Chacabuco Fabián Viel, la siguiente nota:

«El valiente comandante de la Esmeralda murió como un héroe
en la cubierta de este buque, en momentos en que emprendió un
abordaje temerario. Yo hice un esfuerzo supremo por salvarlo,
pero desgraciadamente ya fue tarde. Su muerte me amargó la
pequeña victoria que había obtenido y pasé un día muy
afligido. Conservo de Prat, su espada con los tiros, algunas
frioleritas, que haré llegar a su pobre viuda, que las
estimará como un triste recuerdo de su infortunado esposo».

Grau cumplió lo expresado y envió a Carmela Carvajal, las
pertenencias de su esposo, acompañada de una emotiva carta
donde destacaba la arrojada acción del valiente oficial
chileno. La misiva decía textualmente:

«Monitor «Huáscar», Pisagua, Junio 2 de 1879

Dignísima señora:

Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a usted y siento
profundamente que esta carta, por las luchas que va a
rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy,
justamente, debe dominarla.

En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en
las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su
digno y valeroso esposo, el Capitán de Fragata don Arturo
Prat, Comandante de la «Esmeralda», fue, como usted no lo
ignorará ya, víctima de su temerario arrojo en defensa y
gloria de la bandera de su Patria.

Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y
acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso deber de
enviarle las, para usted, inestimables prendas que se
encontraron en su poder y que son las que figuran en la lista
adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún pequeño
consuelo en medio de su gran desgracia, y para eso me he
anticipado a remitírselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora,
la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones
y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy
afectísimo seguro servidor.

Miguel Grau»

Carmela Carvajal, emocionada y agradecida por el gesto de
este «gran hombre», le expresó sus sentimientos a través de
una carta dos meses después, de la fecha de la enviada por
Grau. Textualmente decía:

«Valparaíso, 1° de Agosto de 1879

Señor don Miguel Grau.

Distinguido Señor:

Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del
«Huáscar», en 2 de Junio del corriente año. En ella, con la
hidalguía del caballero antiguo, se digna usted a acompañarme
en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo,
y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que
se encontraron sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí
de un valor inestimable, por ser, o consagradas por su
afecto, como los retratos de mi familia, o consagradas por su
martirio, como la espada que lleva su adorado nombre.

Al proferir la palabra martirio, no crea usted, señor, que
sea mi intento inculpar al jefe del «Huáscar» de la muerte de
mi esposo.

Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido
jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones,
sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aún
palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y
de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa
jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de
un valioso trofeo, poniendo en mis manos una espada que ha
cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no
haber sido rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble,
se habría, estoy cierta, interpuesto, a haberlo podido, entre
el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan
estéril para su Patria, como desastroso para mi corazón.

A este propósito, no puedo menos de expresar a usted que es
altamente consolador, en medio de las calamidades que origina
la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos
magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta
América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.

Profundamente reconocida por la caballerosidad de su
procedimiento hacia mi persona, y por las nobles palabras con
que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy
respetuosamente de usted atenta y affma. S.S.

Carmela Carvajal de Prat.»

Por somosfutrono

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