A los seis meses de haber asumido la presidencia de la
República, el radical Juan Esteban Montero Rodríguez fue
derrocado el 4 de junio de 1932, por diversos sectores
civiles y militares, descontentos con la crisis económica que
enfrentaba el país y el mundo.

Uno de esos grupos lo encabezaba el diplomático chileno
Carlos Dávila Espinoza. Otro sector, de carácter socialista,
lo encabezaba el Comodoro del Aire Marmaduke Grove Vallejos,
y un tercer grupo, miembros de la Nueva Asociación Pública,
NAP, lo lideraba el abogado Eugenio Matte Hurtado.

El Presidente Montero que a esas alturas tampoco contaba con
el apoyo político, hizo saber al mando sublevado que no
pondría resistencia al golpe, y así fue que abandonó La
Moneda a sus 53 años de edad y retornó a la vida profesional
hasta su muerte ocurrida el 25 de febrero de 1948, cuando
tenía 69 años de edad.

Montero estudió sus humanidades en el colegio San Ignacio,
ingresando luego a la Universidad de Chile a estudiar
derecho, donde se tituló de abogado a los 22 años de edad en
1901. De reconocido prestigio profesional y académico, dictó
las cátedras de Derecho Civil y Derecho Romano en la
universidad que lo formó.

Si bien, era militante del Partido Radical, se dedicó
completamente a su profesión de abogado. En este contexto fue
destacable su participación en 1920 en la defensa ante un
Consejo de Guerra, del General Guillermo Armstrong, acusado,
junto a otros oficiales de las Fuerzas Armadas, de participar
en una conspiración.

Pero las circunstancias lo llevaron a la política, cuando en
1925 el Presidente Arturo Alessandri Palma, lo nombró para
integrar la Comisión Consultiva. Esta comisión analizó el
proyecto presentado por el gobierno para ser plebiscitado y
que posteriormente se convirtió en la nueva Carta Fundamental
de 1925.

Posteriormente, en 1931, el presidente de la época, el
General Carlos Ibáñez del Campo, para enfrentar la situación
de inestabilidad política del país, decidió formar un
gabinete que ofreciera plenas garantías a todos los sectores.
Este fue denominado «Gabinete de Salvación Nacional».

Entre sus miembros fue designado Montero como Ministro del
Interior, quien en una conferencia de prensa anunció que iba
«a restablecer la libertad de prensa y el régimen
constitucional y se favorecería el retorno de los
deportados». A pesar de las buenas intenciones
gubernamentales, las manifestaciones de descontento social se
agravaron e Ibáñez ante ese clima de agitación entregó el
mando el 26 de julio de 1931.

En esas circunstancias asumió Montero la Vicepresidencia de
la República, pero en agosto del mismo año, aceptó la
candidatura presidencial que le ofrecieron los partidos
políticos encabezados por el Radical, que era su propia
tendencia y renunció como Vicepresidente.

Sus palabras al aceptar la candidatura fueron: «Si es así
señores, si en realidad cuento con la cooperación sincera de
todos sus representados, me someto». El prestigio personal de
Montero, la confianza en su capacidad, ponderación y
rectitud, hacían que se aunaran voluntades en torno a él,
sobrepasando diferencias y odiosidades que dividían al país.

En las elecciones triunfó por amplia mayoría, con más del 60
por ciento de la votación, asumiendo la presidencia, el 4 de
diciembre de 1931. Pero el nuevo gobierno se vio enfrentado a
buscar solución a la grave situación económica que enfrentaba
el país: alta tasa de cesantía, el encarecimiento de la vida,
y la paralización de las salitreras eran temas de difícil
solución, sobre todo en un tiempo de crisis mundial.

Para mitigar el hambre de los cesantes y sus familias, se
contó con la cooperación de instituciones de beneficencia, y
de otras familias e instituciones que en las puertas de sus
casas ofrecían comida a los más necesitados. Mientras que los
empleados públicos tuvieron gestos de generosidad, donando un
día de sueldo para los desocupados. También la ciudadanía
concurrió al Banco Central a donar sus joyas y objetos de
valor a beneficio fiscal.

Pero estas medidas no bastaron para tranquilizar los ánimos y
a mediados de diciembre de 1931, las preocupaciones de
carácter económico fueron desplazadas por las noticias de un
movimiento subversivo de inspiración comunista en el Norte
Chico. A las dos de la mañana del 25 de diciembre, militantes
comunistas llegaron a las puertas del Regimiento Esmeralda en
Vallenar, y asaltaron la guardia.

El Teniente con los soldados que estaban de guardia se
refugiaron en la enfermería, desde donde abrieron fuego
contra los asaltantes. El ruido de metrallas alertó a los
carabineros, quienes acudieron rápidamente. Luego de media
hora de enfrentamiento, los revolucionarios, que habían
sufrido varias bajas, resolvieron escapar hacia los cerros.

Tras investigarse los sucesos, se estableció la muerte de 15
personas en Vallenar, nueve en el asalto al regimiento, tres
carabineros, dos soldados y un civil que no tenía relación
con los hechos.

Una vez controlada la violencia, en abril de 1932, se creó la
Comisión de Control de Cambios Internacionales, que tuvo como
tarea ajustar las importaciones a las letras de cambio
disponibles, a fin de evitar la disminución de las reservas
de oro del Banco Central. Simultáneamente, se ordenó
suspender la emisión de los billetes del mismo banco. Otro
artículo dispuso que el banco fijara, día a día, el tipo de
cambio, sobre la base del promedio de las últimas
transacciones efectuadas.

A pesar de todas las gestiones gubernamentales, para
solucionar la crisis económica, los resultados no fueron
percibidos por la ciudadanía ni los políticos y las críticas
desde diferentes sectores eran cada vez más frecuentes. El
ambiente de oposición se acentuaba y ésta, en general,
preconizaba políticas progresistas y de tendencias
socialistas. Alessandristas, Ibañistas y socialistas
sostenían reuniones en las que se planeaba la caída de
Montero.

A su vez, el gobierno, que se había enterado de estos
propósitos, anunció un programa de acción inspirado en ideas
progresistas, produciendo el malestar de los conservadores y
liberales, quienes restaron su apoyo al Presidente. Sin
embargo, esto tampoco sirvió para disuadir a los
conspiradores.

Finalmente, el Gobierno Constitucional fue derrocado y
sustituido por una Junta de Gobierno socialista, presidida
por el General Arturo Puga, e integrada por Carlos Dávila,
Eugenio Matte y el Coronel Marmaduque Grove, en la cartera de
Defensa.

La nueva Junta fue cambiada durante el mes de junio cuatro
veces, luego el 8 de julio asumió como Presidente provisional
Carlos Dávila hasta el 13 de septiembre del mismo año, cuando
debió dimitir bajo presión de «pronunciamiento», lo que
posteriormente se le llamó: “El gobierno de los cien días”.

A Dávila lo sucedió su Ministro del Interior, el General
Bartolomé Blanche Espejo, en carácter de Presidente
provisional. Blanche desempeñó el cargo hasta el 2 de octubre
del mismo año, en que, presionado por movimientos militares
estallados en Antofagasta y Concepción, que exigían la vuelta
a la normalidad constitucional entregó el mando al
presidente de la Corte Suprema Abraham Oyanedel, quien lo
asumió en carácter de Vicepresidente de la República y
procedió a llamar a elecciones.

Por somosfutrono

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