La Corona española nombró el 30 de julio de 1588, a García
Hurtado de Mendoza Manríquez, Virrey del Perú, quién a
mediados del siglo XVI gobernó el Reino de Chile por cuatro
años. Por su desempeño en el territorio chileno, se convirtió
en el primer gobernante que se le siguió un juicio de
residencia de acuerdo a las leyes de Castilla,
responsabilizándolo por su gobierno.

Si bien, el juez lo absolvió de 19 cargos, lo condenó por los
196 restantes, después de probados. Pero, las influencias de
la familia, que en ella se contaban más de 30 títulos
nobiliarios, lograron dejar el fallo en nada y Hurtado de
Mendoza se presentó ante el Rey Felipe II, al año siguiente,
en 1562.

Cabe mencionar que, Hurtado de Mendoza comenzó a prestarle
sus servicios a la realeza a los 17 años de edad, cuando pasó
a Italia, y participó en los hechos de armas de ese país y en
otros de Europa. Luego viajó al Perú, al ser nombrado su
padre Virrey de ese país, quien a su vez lo designó
gobernador de Chile en 1557. En esa época Hurtado de Mendoza
aún no cumplía los 22 años, edad que contrastaba con la de
los antiguos conquistadores, que acompañaron a Pedro de
Valdivia.

Su nombramiento se debió a la muerte de Jerónimo de Alderete
Mercado, a quien le correspondía desempeñar el cargo por
testamento de Valdivia y ratificado por cédula real en el año
1555. Mientras tanto, en Chile se consideraban con este
derecho Francisco de Aguirre, Francisco Villagra y Rodrigo
Quiroga, si bien este último desistió al cargo, por los
enfrentamientos que ocurrieron por el poder.

En esas circunstancias, Hurtado de Mendoza llegó a la ciudad
de La Serena el 25 de abril de 1557, acompañado de consejeros
militares y eclesiásticos, incluyendo en la comitiva, al
Capitán poeta Alonso de Ercilla y Zúñiga. Allí fueron
recibidos por Aguirre, quien alojó al nuevo gobernador en su
casa.

Pero, Hurtado de Mendoza, hizo apresar a su anfitrión junto a
Villagra y los remitió en barco a Perú, donde se les siguió
un juicio, quedando ambos absueltos. Este hecho fue
considerado como un golpe de autoridad a los viejos
conquistadores, porque luego se abocó a la guerra contra los
indígenas.

Encontrándose en la Araucanía, se enfrentó en distintas
oportunidades con los mapuches, pero sin mayores resultados.
Entonces, como una forma de escarmiento, mandó a cortarle las
manos a Galvarino, recién hecho prisionero. Galvarino no
manifestó la más mínima cobardía y luego que le cortaron la
mano derecha puso la izquierda, incluso colocó su cuello,
pero fue dejado en libertad.

En esos momentos juró vengarse de su enemigo y junto con
Caupolicán enfrentaron al invasor el 30 de noviembre de 1557,
en la Batalla de Millarapue, pero Galvarino fue hecho
prisionero nuevamente, y condenado a la horca con otros 30
caciques más. Conmovido Ercilla quiso salvarle la vida, pero
Galvarino contestó:

“Prefiero morir, a recibir la vida de vosotros y sólo siento
la muerte por no haber podido haceros pedazos con los
dientes”.

Al año siguiente, el 5 de febrero, Caupolicán fue traicionado
por un yacona y entregado a los soldados de Hurtado de
Mendoza. Entonces, el gobernador lo hizo empalar en una
estaca aguzada que le atravesó las entrañas.

Hurtado de Mendoza, también tuvo problemas con sus propios
aliados y condenó a muerte a Ercilla, por un problema que
tuvo éste con Juan Pineda, la que luego cambió por la pena de
destierro en 1558, poniéndole fin a la carrera militar del
poeta. Además, en Concepción acuchilló a su asesor, Alonso de
Ortiz, y le quitó la vara de la justicia por haber éste
tomado preso un soldado.

También tuvo logros durante su gobernación, como: la
reconstrucción del fuerte de Tucapel, impulsó el tercer
poblamiento de Concepción en 1558, fundó las ciudades de
Cañete y Osorno, y refundó la de Los Confines, con el nuevo
nombre de Los Infantes en 1559, actual Angol. Otra de las
fundaciones realizadas bajo su mando fue la de la ciudad de
Mendoza, que en esa época formaba parte de Chile.

En cuanto a la exploración y conocimiento geográfico del
territorio, existen dos iniciativas dignas de mención; la
expedición al Estrecho de Magallanes y la expedición al Seno
del Reloncaví.

Pero, en 1558 fue nombrado Virrey del Perú Diego de Acevedo
en reemplazo del padre de Hurtado de Mendoza, y la desgracia
del progenitor acarreó a la del hijo. Adicionalmente,
contribuyeron las cartas que algunos de los viejos
conquistadores enviaron a España, especialmente las de
Villagra, quien hacía ver la gravedad de la guerra y la
injusticia cometida en su contra.

Sin embargo, Acevedo murió antes de embarcarse a Perú, lo que
trajo como consecuencia, un año más de gobierno de Hurtado de
Mendoza. En enero de 1561, falleció el padre del gobernador y
esto lo llevó al Perú, siendo reemplazado por Villagra.

Luego de haber sido enjuiciado en España, la Corona lo nombró
embajador en Italia, donde permaneció hasta ser designado
como Virrey en Perú, a los 53 años de edad. Este cargo lo
desempeñó por seis años y luego regresó a la Península, con
la salud resentida por su estadía en Lima.

Al llegar a España enfrentó un nuevo proceso que lo obligó a
permanecer algún tiempo encarcelado, a causa de la tentativa
de matrimonio de su hijo Juan Andrés Hurtado, con una
hijastra suya. Luego, se estableció en Madrid, falleciendo en
1606, a los 74 años de edad. Sus restos fueron enterrados en
su ciudad natal de Cuenca.

Por somosfutrono

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