LAS AFP Y EL GATUPERIO POLÍTICO

La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos nos
permitió abstraernos por algunos minutos de la compleja
realidad que vive nuestro país. Cómo no, si desde un país tan
convulsionado como Brasil se envió “urbi et orbi” un mensaje
de paz, de tolerancia y de amistad.

Privilegiando una dimensión humana, teñida de colorido y
música, Rio 2016 nos mostró la altura que pueden alcanzar los
sueños cuando se piensa con corazón y se actúa con
disciplina.

Pero, como nada es para siempre, bastaron dos minutos de
comerciales para que los noticieros nos trajeran de vuelta a
la cruda realidad (“Los sueños, sueños son”). Las AFP para
allá, las AFP para acá, “no a la AFP estatal”, “hay que
volver al pasado”, suma y sigue: todos opinan, nadie parece
entender nada, y mucho menos los afectados.

El tema no es fácil: si es complejo para técnicos y
especialistas y ha sido difícil para países grandes y
desarrollados, es posible suponer lo que ocurre con un país
como el nuestro, que no crece, que muestra una evidente
desaceleración y que se distingue por andar como el camarón
(para atrás), mientras miles de jubilados y por jubilar
comprueban que por largo tiempo las cosas no van a cambiar:
seguirán en la miseria y tendrán que resignarse a vivir la
indignidad de una vejez pobre.

¿Cómo dar más si se tiene menos?, ¿cómo mejorar las pensiones
ahorrando menos? Una fórmula mágica que nadie ha descubierto
y me temo que no será descubierta en el corto plazo. ¡Hay que
subir las cotizaciones!, ¡hay que retrasar la edad de
jubilar!, ¡hay que subir el pilar solidario!, ¡hay que
aumentar los impuestos! ¿Quién quiere pagar más impuestos?,
¿quién quiere trabajar más años en su vida?, ¿quién quiere
reducir sus beneficios? Nadie. Por lo mismo, hay que ser
“olímpicos”.

Si es cierto que no hay mal que dure cien años, uno debiera
pensar que pronto se encontrará remedio para este mal que se
arrastra por tanto tiempo; pero se nos olvida que la
incapacidad de este gobierno para abordar con éxito los
problemas que afectan a la sociedad actual es absoluta.

Después de comprobar cómo lo han hecho en salud, educación,
seguridad, transporte público, y para qué seguir, uno debería
ser muy ingenuo para pensar que tendrán la capacidad de
gestión que requiere enfrentar este tema con algún grado de
éxito.

¿Es muy ambicioso que una persona normal aspire a envejecer
dignamente, en su casa, con sus cosas, con moderada
autonomía, evitando transformarse en una sobrecarga para sus
cercanos?

¿Tendrán los municipios (como me tocó vivirlo por años) que
seguir supliendo esta deficiencia con caritativos proyectos
sociales que más se asemejan a limosna que a un sistema de
protección del adulto mayor para sacarlo de una mísera
vejez?

Está claro que, mientras nuestras autoridades no asuman que
la única forma de mejorar el sistema y aumentar las pensiones
es generando un crecimiento económico que permita ingresos
dignos y remuneraciones justas, nada bueno va a pasar.

Y mientras eso no ocurra, el sistema de pensiones, y en
particular el debate sobre las AFP, seguirán siendo un
“gatuperio” (entiéndase bolsa de gatos) político, económico y
social, donde todos maúllan soluciones fáciles y rasguñan
populismos de todo tipo; sin conseguir otra cosa que aumentar
un barullo de intensidad cada vez mayor, convertido
aceleradamente en una maraña de movilizaciones que solo
generan desgobierno, inestabilidad y destrucción. ¡Pobreza!

CRISTIÁN LABBÉ GALILEA

Por somosfutrono

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