En la ciudad de Santiago falleció el 27 de agosto de 1827, el
argentino Bernardo de Vera y Pintado, a la edad de 47 años,
patriota que luchó por la independencia junto al Ejército
Libertador y además compuso la letra de muchos himnos
patriotas, pero especialmente la poesía de nuestra primera
“Canción Nacional”.

A su regreso a Chile en 1819, luego del exilio, el Director
Supremo Bernardo O’Higgins Riquelme le confió la composición
del Himno Patrio para la nueva República, por decreto del 19
de julio de ese año. Vera y Pintado cumplió con el encargo y
creó un himno que reflejó exactamente el sentimiento
anti-español que reinaba en esa época.

Muchos versos estaban sembrados de términos ofensivos, como:
infame, venganza, secuaces, déspotas, e intrusos. En una de
sus estrofas decía: “El cadalso o la antigua cadena, os
presenta el soberbio español, arrancad el puñal al tirano,
quebrantad ese cuello feroz”. Si bien, el coro, correspondía
al que conocemos actualmente.

Aceptado el himno, se le encargó al maestro peruano José
Rabanete para que compusiera la música, quién encontrándose
incapaz para crearla, adaptó la poesía de Vera a una canción
española del tiempo de la invasión napoleónica. Empezaba bien
pero al llegar a la parte que dice: “Arrancad el puñal al
tirano”, notó que le faltaban 4 sílabas para 4 notas que
sobraban, entonces agregó un “si” a cada nota, con lo que el
verso terminaba: si, si, si, si.

Luego se le encargó al compositor chileno Manuel Robles
Gutiérrez la música, estrenándose la Canción Nacional el 20
de agosto de 1820 en el teatro de Domingo Arteaga, aunque
según otros historiadores, ya se había tocado y cantado en
las fiestas de septiembre de 1819. Se acostumbraba escucharla
siempre en las funciones de teatro, lugar donde O’Higgins y
Ramón Freire Serrano la oían con respeto y llenos de emoción,
porque más de una vez marcharon a la victoria a sus sones.

Pasada la primera impresión que produjo este himno, empezaron
algunos a criticar la música de Robles, y el gobierno
comisionó al maestro español Ramón Carnicer Batller para que
compusiera una nueva música. Mucho costó para que el pueblo
la adoptara, pues los viejos preferían la de Robles, música
que estaba unida a hechos históricos.

Más tarde, y a solicitud de España, se comisionó a Eusebio
Lillo Robles en 1847 para que hiciera los versos de una nueva
canción cuya letra no fuera tan ofensiva como la primera.
Lillo hizo los versos de las estrofas conservando siempre el
coro, como un homenaje al viejo canto de la gloriosa época de
nuestra independencia.

Vera y Pintado nació en Santa Fe, Argentina en 1780. A los 19
años de edad, en 1799, se vino a Chile con su tío Joaquín del
Pino Rozas y Negrete, casado con una hermana de su madre, el
que había sido nombrado Gobernador de Chile.

El objetivo de Vera y Pintado era estudiar Leyes por lo que
aprovechó la oportunidad y se inscribió en la Universidad
Real de San Felipe. Se graduó de abogado a los 27 años de
edad, en 1807. Al término del cargo de del Pino en 1801, su
sobrino se negó acompañarlo a Buenos Aires. Mientras tanto,
mantuvo activas conversaciones en las cuales se discutía la
suerte de España y el derecho de los chilenos a formar una
Junta de Gobierno.

Estas ideas revolucionarias fueron incomprendidas por el
Gobernador Francisco García Carrasco y lo hizo detener en
1810, junto a otros dos connotados personajes de la sociedad
santiaguina; Juan Antonio Ovalle Silva y José Antonio de
Rojas Untuguren. Hábilmente, Vera evitó ser embarcado hacia
Lima al fingirse gravemente enfermo.

Luego que se formara la primera Junta de Gobierno en 1810,
presidida por Mateo de Toro y Zambrano, Vera asumió como
representante de la Junta de Buenos Aires ante el gobierno
revolucionario de Santiago. En el ejercicio de su cargo
diplomático, logró que Chile remitiera importantes cantidades
de pólvora para aprovisionar a las fuerzas transandinas que
combatían a las del Virrey del Perú.

También colaboró con fray Camilo Henríquez en la redacción
del periódico “La Aurora de Chile”. En julio de 1814 fue
Secretario de Hacienda del gobierno y de Guerra en septiembre
del mismo año. A causa del Desastre de Rancagua en octubre de
1814, emigró a Mendoza donde fue recibido al igual que muchos
otros patriotas, por el General José de San Martín Matorras,
quien lo nombró su Secretario y Auditor de Guerra.

Regresó junto al Ejército de los Andes en 1817, y O’Higgins,
una vez que hubo asumido como Director Supremo, le encargó la
redacción de la Gaceta del Gobierno de Chile y también lo
nombró en el cargo de Auditor General del Ejército.

A principios de 1818, Vera le envió una carta al militar
francés Ambrosio Cramer, quien había sido separado del
ejército por San Martín debido a su indisciplina. La misiva
fue interceptada y su autor fue detenido, pues O’Higgins
pensaba que ello podría ser el inicio de un complot en su
contra, siendo Vera confinado a Mendoza.

Posteriormente, O’Higgins comprendió lo errónea decisión
tomada y al año siguiente en 1819, hidalgamente le permitió
su retorno a Chile. A la llegada de Vera se le encargó
componer la Canción Nacional. Falto de rencores, continuó
relacionándose con O’Higgins como si nada hubiese ocurrido. A
su vez, O’Higgins en 1822 lo nombró miembro de “La Legión al
Mérito” y también lo integró al Juzgado de Imprentas.

Vera dedicó el resto de su vida a las labores académicas y
políticas: fue Diputado por Linares entre 1824 y 1825;
Vicepresidente del Congreso en enero de 1825 y en 1826,
siendo además designado profesor de derecho civil y canónico
del Instituto Nacional.

Por somosfutrono

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