La aparición de unas pocas y escuálidas «palomas»y de
piquetes de «desmotivados banderilleros» en algunas esquinas,
nos advierte que queda menos de un mes para las elecciones
municipales. En pocos días tendremos nuevas autoridades
comunales: alcalde y concejales. Por el no despreciable
periodo de cuatro años estos personajes serán responsables de
administrar nuestro hábitat y, por lo tanto, de nuestra
calidad de vida.

Lo anterior no tendría nada de novedoso, así ha sido siempre,
lo que sorprende es que si bien se comprueba una alarmante
apatía en los electores, se advierte asimismo la
inconsistencia de que el 80 por ciento discrepe con la
política contingente… pero igualmente declare que no irá a
votar. Si a diario criticamos que las cosas no se hacen bien
o sencillamente no se hacen, que las municipalidades no
cumplen, que los parques y plazas son un asco, ni que decir
de los colegios y los consultorios municipales, ¿por qué
ahora que tenemos la sartén por el mango, no actuamos?

Cualquier mortal pensaría que, dada la situación política,
económica y social que vive nuestro país, la actitud del
electorado sería la diametralmente opuesta. ¿Qué nos tiene
paralizados? ¿Nos entregamos? ¿Perdimos la esperanza?
¡Guauuu, eso sería trágico! Es hora de que a nivel comunal,
de Arica a Magallanes, se escuche una voz (un grito) de
alerta que represente una advertencia para los candidatos
(«moros y cristianos») de las siguientes elecciones
presidenciales.

Si los vecinos no son capaces de movilizarse por los
problemas de su barrio, que les son cotidianos y próximos e
inciden directamente en su calidad de vida, y se dejan
engatusar y engañar por el oficialismo, difícilmente se
motivaran para participar en las parlamentarias y
presidenciales, donde las cosas como siempre «se están
cocinando» lejos de la realidad y entre unos pocos.

Si existe un nivel donde se puede medir realmente la calidad
de vida (que puede parecer un tanto imprecisa) es en el
barrio, la comuna, la ciudad, sea grande, pequeña, urbana o
rural. ¡Por eso la movilización a nivel vecinal debería ser
más fácil! Piense al menos en estas áreas: bienestar físico
(salud, seguridad, deportes), bienestar material (servicios,
trabajo, vivienda, transporte…), bienestar social (familia,
educación, áreas verdes, comunidad…), desarrollo
(productividad, cultura, emprendimiento, medio ambiente…) y
bienestar emocional (clima vecinal, inclusión, pertenencia…),
todas áreas donde el municipio tiene mucho que decir. Si no
lo ha hecho, ¿no cree usted que llegó la hora del cambio?

Piénselo: si por cuatro años sus autoridades municipales no
han realizado una buena gestión ni han mejorado la calidad de
vida de sus vecinos, no hay razón para creer que lo harán
ahora… ¡no señores! ¡Que vengan otros! Y ese otro no puede
ser una “paloma fotoshopeada”, una bandera agitada en una
esquina o una frase pegadora en un colorido díptico («yo soy
tú» «yo cumplo»). Debe ser alguien que dé garantías de que se
preocupará de sus «parroquianos» y para eso requiere de un
«Programa de gobierno comunal» y de una “Carta compromiso con
los vecinos». Si al menos no exigimos eso como mínimo, una
vez más estaremos fritos… ¡será más de lo mismo!

Que nos quede claro: ¡esto es sin llorar! Lo que pase en el
futuro depende de la capacidad que tengamos para movilizarnos
¡ahora! ¡Ya! dentro de los próximos veinte días… Lo que está
en juego es muy importante, no se trata solo del bienestar
propio y el de nuestras comunas, sino del de todo el país. No
se confíe, nadie lo va a hacer por usted. En esta vuelta «más
vale estar motivado, que terminar… otra vez engañado».

CRISTIAN LABBE GALILEA

Por somosfutrono

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