Durante la Guerra contra la Confederación Perú- boliviana, la
Escuadra Nacional zarpó de Valparaíso el 15 de octubre de
1837, conformada por 16 transportes y 9 buques de guerra, al
mando del Capitán de Navío Carlos Ambrosio García del Postigo
Bulnes, recién reincorporado a la Armada.

Así, la Escuadra llegó a Chilca y se dirigió a Arequipa, pero
en esos momentos, noviembre de 1837, se firmó el Tratado de
Paucarpata, el cual estaba encabezado con la declaración de:
«habrá paz perpetua y amistad entre la Confederación
Perú-boliviana y la República de Chile». En él se
comprometían ambos gobiernos a sepultar en el olvido sus
diferencias.

Este tratado significó el traslado de las tropas a su punto
de partida, y con ellas, la Escuadra Nacional. Pero este
acuerdo fue muy mal recibido por el Senado y el Gobierno de
Chile, decretándose inmediatamente el desacuerdo y se
continuó la guerra contra la Confederación.

Rechazado el Tratado de Paucarpata, en 1838 se le dio a del
Postigo el mando de la Primera División de la Escuadra, que
comandó desde la corbeta «Libertad», teniendo bajo su mando,
además, la corbeta «Valparaíso», los bergantines «Aquiles» y
«Arequipeño» y la goleta «Colo Colo».

Entonces partió de Valparaíso a bloquear El Callao y los
puertos adyacentes. Durante esta importante misión, le
correspondió vivir toda una serie de vicisitudes, ante la
manifiesta parcialidad de poderosas naciones europeas que, en
aquella época, apoyaron la causa de la Confederación.

Durante el bloqueo participó en brillantes acciones tales
como la aguada de la marinería chilena en Huacho y la captura
de la corbeta «Socabaya», excelente navío de guerra,
conquistado sin sufrir ninguna baja. Tras el Combate Naval de
Casma, librado por la división del Capitán de Navío Robert
Winthrop Simpson, los buques chilenos regresaron a Chile.

Finalizada la guerra, el Capitán del Postigo obtuvo el retiro
de la Armada en 1840, cuando tenía 58 años de edad. Luego
viajó a Europa para, posteriormente regresar a Chile, a su
campo cerca del río Itata, en Chillán, donde falleció el 20
de febrero de 1851, a los 65 años de edad.

Del Postigo, si bien, nació en Concepción en 1786, inició su
carrera naval en España, donde transcurrió su niñez; luego y
bajo las órdenes de la Corona, se estableció en el puerto de
El Callao en Perú. Por esta razón, durante la Guerra de la
Independencia, del Postigo luchó junto al ejército español.

Según el historiador Diego Barros Arana, las noticias
oficiales de la pérdida realista en la Batalla de Chacabuco
en febrero de 1817, fueron llevadas por el Capitán de Navío
Tomás Blanco Cabrera, comandante de la fragata «Venganza» y
por el Alférez Carlos del Postigo, quienes arribaron a El
Callao el 22 de octubre de ese mismo año.

Una vez lograda la independencia de la Corona española por
los Estados americanos, del Póstigo pasó a servir en la
Marina del Perú en 1822 y después en la de Chile, donde se le
confió la Mayoría del Departamento de Marina para organizar
la nueva Escuadra independiente.

En esa época comandó la corbeta «Chacabuco» y participó en
dos expediciones a Chiloé para convencer al realista Coronel
Antonio de Quintanilla, para que terminara con ese bastión
enclavado en la patria chilena. La misión, no obstante,
careció de éxito. Meses después, un segundo intento, con
participación de parlamentarios oficiales, volvió a ser
infructuoso.

Sin embargo, transcurrido un corto tiempo, nuevamente prestó
sus servicios durante la Liberación de Chiloé, al mando de su
barco y en compañía de la corbeta «Independencia», los
bergantines «Galvarino» y el «Aquiles», en el desembarco de
las tropas del General Ramón Freire Serrano, que obligaron
finalmente a Quintanilla a capitular y firmar el tratado de
Tantauco, el 19 de enero de 1826.

Fue ascendido a Capitán de Navío y se hizo acreedor a una
medalla, acuñada especialmente para resaltar el éxito de la
Campaña de Chiloé.

La figura de Carlos del Postigo, como tantas otras de la
historia americana, pertenece a esa generación en la que a
los españoles de América se les presentó el inmenso dilema de
continuar la trayectoria de sus padres peninsulares o abrazar
la causa de la Independencia.

Del Postigo fue leal hasta que Chile se perdió para España e
impulsado por los acontecimientos, decidió poner su espada al
servicio del movimiento emancipador. Grandes conflictos debe
haber sufrido su conciencia y no cabría calificárseles con
ligereza, pues en él se dan muy a lo vivo las características
aventureras y románticas de una época de incertidumbre y
transición.

Por somosfutrono

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