En la ciudad de Santiago, falleció el 4 de noviembre de 1907,
Diego Barros Arana a la edad de 77 años. Fue uno de los
hombres ilustrados del siglo XIX, destacándose como pedagogo,
historiador, político y diplomático. Como chilenos, le
debemos el rico legado histórico que nos dejó.

En sus escritos se basó en la idea de que la historia la
hacen y conducen los grandes personajes, que encarnan en sí
las virtudes y defectos de su época. Con este concepto, su
primera crónica histórica fue “Historia General de la
Independencia de Chile”, en 1854.

En ella, aconsejado por Andrés Bello López, decidió relatar
con profusión de detalles, basados en documentos, los hechos
tal como sucedieron. Bello le dijo: «Escriba joven sin miedo,
que en Chile nadie lee».

Más tarde, en 1880, el Presidente Aníbal Pinto Garmendia,
preocupado de la propaganda antichilena que Perú hacía en el
exterior, le encargó escribir una historia de las causas de
la Guerra del Pacífico y sus principales hechos militares. En
solo tres meses, escribió “La Historia de la Guerra del
Pacífico”.

Como historiador su obra más importante fue “Historia General
de Chile”, en 16 volúmenes publicados entre 1884 y 1902.
Otras obras son: “El General Freire”, “Galería de Hombres
Célebres”, “Historia de las campañas de Chiloé”, “Los
Cronistas de Indias”, “Visitas y viajes de Hernando de
Magallanes”, “Los Historiadores Oficiales del Descubrimiento
y Conquista de América”, “Compendio de Historia de América”,
“”Elementos de Historia Literaria”, “Elementos de Geografía
Física”, “Compendio de Historia Moderna”.

Barros Arana, nació en Santiago el 16 de agosto de 1830,
quedando huérfano de madre a muy temprana edad, por lo que
fue su padre quien motivó sus estudios. Lo matriculó en el
Instituto Nacional a los ocho años de edad en 1838. En este
establecimiento se destacó en las clases de Latín, donde fue
compañero de los hermanos Amunátegui y de Francisco Bilbao
Barquín, de tendencias revolucionarias y librepensadores.

Adicional a la enseñanza escolar, las aptitudes de Barros
Arana fueron estimuladas por su padre, quien al observar esta
inquietud intelectual, le regaló una colección de más de 300
volúmenes de Historia y Geografía. Así, con solo 20 años de
edad, a mediados de 1850, publicó la que es considerada su
primera obra histórica, “Estudios Históricos sobre Vicente
Benavides y las Campañas del Sur 1818-1822”.

Al año siguiente, en 1851, se inició en el ámbito
periodístico, como opositor al gobierno de Manuel Bulnes
Prieto y a la candidatura de Manuel Montt Torres. Si bien no
participó en la Guerra Civil de ese año, por respeto a su
padre, que fue partidario de los gobiernos conservadores, a
la muerte de éste, a través de la prensa atacó el gobierno de
Montt.

En 1857 redactó y costeó el periódico “El País” que, aunque
duró cuatro meses, fue su inicio como periodista político,
polemista y crítico demoledor. Escribía con pasión, destruía
las ideas de sus adversarios enrostrándoles sus errores, y su
mayor preocupación fue la inmoralidad de la administración
pública.

Luego se asoció con Ramón Sotomayor Valdés y juntos en enero
de 1858, atacaron el gobierno de Montt por medio del
periódico “La Actualidad”. Ese mismo año fue encarcelado por
creérsele erróneamente, implicado en una conspiración contra
el Presidente.

A fines de ese año Montt estableció censura en la prensa,
entonces Barros Arana dejó el país y luego de una corta
permanencia en Argentina se dirigió a Europa. El Viejo
Continente, cambió muchas de sus ideas sobre la religión
católica, hasta convertirlo al final de sus días en un
agnóstico.

Regresó a Chile en 1863 y el Presidente José Joaquín Pérez
Mascayano lo nombró rector del Instituto Nacional, cuando
tenía 33 años de edad. Dos años más tarde, introdujo en ese
establecimiento las clases de Química, Historia Natural, a
cargo del alemán Rodulfo Philippi, y de Historia de América y
Geografía que asumió él mismo.

Se mantuvo como rector del Instituto Nacional por diez años,
hasta 1873, cuando fue destituido por el Gobierno de Federico
Errázuriz Zañartu. En esta época también fue Decano de la
Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de
Chile, para lo cual había sido elegido en 1871.

Adicional a su cargo de rector, fue elegido diputado por San
Fernando por el período 1867 a 1873, y en 1886 fue electo
diputado por Putaendo. Mientras que, su vida como diplomático
se inició el 27 de abril de 1876, al ser nombrado Ministro
Plenipotenciario ante la República del Plata y el Imperio de
Brasil.

En esos momentos parecía evidente un enfrentamiento armado
entre Argentina y Chile por la Patagonia. Por esta razón se
eligió a Barros Arana, sabiendo que era un pacifista, quien
estaba convencido que ese territorio no tenía ningún valor.

El resultado de su gestión fue la entrega por parte de Chile
de la Patagonia, sobre cuyos territorios tenía el país
derechos indudables. Pero esta responsabilidad debe ser
compartida por la mayor parte de nuestros intelectuales de
esa época como los Matta, los Gallo, Vicuña Mackenna, Artega
Alemparte, y hombres prominentes de la política como
Francisco Echaurren, Aníbal Pinto, Santa María, Isidoro
Errázuriz y otros.

A diferencia de Adolfo Ibáñez Gutiérrez, que con
extraordinaria clarividencia, defendió los derechos de Chile
en un territorio que, con el andar del tiempo, se transformó
en una fuente de riqueza que contribuyó en gran medida al
rompimiento del equilibrio económico entre Chile y Argentina.
En todo caso, la opinión pública fue extremadamente severa
para juzgar sólo la actuación de Barros Arana en esta entrega
de territorio.

Sin embargo, después de la firma del tratado de límites en
1881, fue nombrado por el gobierno de Aníbal Pinto Garmendia,
perito para la demarcación de límites, siendo destituido en
diciembre de 1890, durante el gobierno de José Manuel
Balmaceda Fernández.

Al año siguiente, el gobierno de Jorge Montt Álvarez lo llamó
a asumir el decanato de la Facultad de Filosofía de la
Universidad de Chile. Desde este cargo se preocupó del
Instituto Pedagógico creado en 1889, reformando sus planes de
estudio y exámenes, lo cual le valió nuevamente la crítica
desde los sectores católicos.

Sus últimas obras literarias fueron una biografía del
naturalista Rodulfo Amando Philippi que se publicó en octubre
de 1904 y “Un Decenio de la Historia de Chile 1841-1851”,
donde cambió su opinión sobre la administración de Montt y la
acción de su ministro Antonio Varas de la Barra.

Concluida esta obra, Diego Barros Arana se retiró a vivir
algunos meses en la hacienda familiar de San Bernardo, lugar
donde en 1907 comenzó a sentir los síntomas de una enfermedad
que en noviembre de ese mismo año provocó su muerte.

Por somosfutrono

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