Durante la Guerra contra España, la Escuadra de ese país
zarpó del puerto de Valparaíso hacia el sur del territorio
nacional el 14 de enero de 1866, con las fragatas «Villa de
Madrid», al mando del Comandante Claudio Alvargonzález y la
«Reina Blanca», al mando del Comandante Juan Topete, en
demanda de la escuadra aliada.
Cabe señalar que los orígenes de este conflicto fueron, en
realidad, ajenos a Chile. España había ocupado las islas
Chincha, en Perú, como medio de presionar a ese país a
ciertos pagos que debía hacerle. Este hecho se interpretó
aquí, como una ofensa y agresión a la soberanía de los
estados americanos.
Fue así, que en sesión de la Cámara de Diputados del 24 de
septiembre de 1865, se aprobó un proyecto ley que autorizaba
al Presidente de la República José Joaquín Pérez Mascayano,
para que declarara la guerra al gobierno de España, quién lo
hizo efectivo al día siguiente.
Los demás países de Sudamérica, que fueron consultados al
respecto mediante una circular mandada por Chile en espera de
lograr la solidaridad como Continente, respondieron diciendo
que:
“Condenaban o deploraban la ocupación de las islas Chincha,
y aprobaban la conducta de Chile, pero que ninguno de ellos
rompería una lanza en aras de la solidaridad continental”.
Las respuestas fueron de Argentina, Brasil, Bolivia y
Ecuador y cuatro repúblicas centroamericanas. Todos estos
países contestaron en el mismo tenor.
En este contexto la Escuadra Aliada fue conformada por las
fuerzas chilenas y peruanas, con el objeto de enfrentar a la
poderosa Escuadra Española. La guerra, eminentemente
marítima, se inició con el bloqueo de las costas chilenas,
cuyo primer combate se desarrolló frente a Papudo, el 26 de
noviembre de 1865.
En esta acción de guerra, la corbeta chilena “Esmeralda”,
comandada por Juan Williams Rebolledo, y teniendo a bordo al
entonces teniente segundo Arturo Prat Chacón, logró capturar
a la goleta española “Covadonga”, que se encontraba al mando
del comandante Fery.
Luego de este enfrentamiento el gobierno peruano al mando
del recién asumido Presidente Mariano Prado, acordó
rápidamente el envío de su escuadra para unirse a la chilena
en Chiloé y esperar allí el arribo de los nuevos blindados el
«Huáscar» y la «Independencia», antes de iniciar operaciones
ofensivas contra la flota española.
Así, el 3 de diciembre de 1865, iniciaron la travesía las
fragatas «Apurímac» y «Amazonas», y 44 días después las
corbetas «Unión» y «América».
Mientras tanto, el recién ascendido Capitán de Navío Juan
Williams Rebolledo, con la corbeta «Esmeralda», la goleta
«Covadonga» y el vapor «Maipú», habían organizado el
Apostadero Naval de Abtao, en Chiloé, en dos ensenadas
colindantes a la isla del mismo nombre, ubicada en la ribera
norte del canal Chacao.
Entonces y al enterarse el Comandante español Mendez Nuñez
sobre la posición de la escuadra aliada, ordenó a la escuadra
española que dejara el bloqueo de Valparaíso y se dirigieran
hacia el sur, con el fin de unirse con los transportes
hispanos «Odessa» y «Vascongada» y de esta forma enfrentarse
al enemigo.
Mientras tanto, el 16 de enero de 1866, la flota aliada
peruano-chilena, integrada por las fragatas peruanas
“Apurimac” y “Amazonas” y la goleta chilena “Covadonga”,
navegaron en convoy desde Ancud, hacia los astilleros de
Abtao. En el trayecto la fragata “Amazonas”, impactó en una
roca y se hundió.
El resto de las naves aliadas arribó sin dificultades y
permaneció en Abtao con órdenes de esperar la llegada de las
corbetas peruanas “Unión” y “América” antes de iniciar la
ofensiva contra la escuadra española.
Luego, el 4 de febrero las corbetas gemelas de mil 600
toneladas, “América” y “Unión” al mando de los Tenientes
Benjamín Mariategui y Miguel Grau Serrano, respectivamente,
se unieron a la escuadra chileno-peruana en Abtao, sin que
los españoles se enterasen de la llegada de estos importantes
refuerzos.
Finalmente ambas escuadras se enfrentaron el 7 de febrero en
el combate naval de Abtao. Si bien la batalla acabó
indecisamente y no hubo un resultado contundente, los aliados
lo consideraron una gran victoria moral al haber rechazado
enérgicamente el ataque español y haberlos forzado a
retirarse de la batalla.