En la campaña de Lima, al finalizar la Guerra del Pacífico,
los ejércitos se enfrentaron en la Batalla de Miraflores el
15 de enero de 1881, segunda línea defensiva de la ciudad de
Lima, habiendo sido la primera la de Chorrillos dos días
antes. Ambas victorias chilenas, permitieron finalmente la
ocupación de la capital de Perú y prácticamente el término de
esta guerra.

Cabe recordar que en Miraflores, al igual que en Chorrillos,
el Generalísimo y Presidente peruano Piérola, instaló a sus
hombres en una línea defensiva tan larga, que los soldados de
un extremo no podían acudir en ayuda del otro, pensando que
el ejército chileno atacaría por todo el frente.

Mientras que nuestras fuerzas estaban bajo el mando del
General Manuel Baquedano González. Pero, el Alto Mando
chileno, deseoso de evitar un nuevo derramamiento de sangre,
trató con las autoridades de Lima un armisticio para
conseguir la capitulación del Ejército peruano.

Este acuerdo fue llamado “Armisticio de San Juan”, por medio
del cual se solicitaban garantías para las personas e
intereses neutrales y se ofrecía inducir al gobierno peruano
para que abriera negociaciones después de la entrega del
puerto de El Callao. En esas circunstancias el General
Baquedano se comprometió a no romper el fuego antes de las
doce de la noche del día 15.

Sin embargo, la batalla tuvo un comienzo inesperado. Pasadas
las 14 horas de ese día, el General Baquedano realizaba un
reconocimiento con parte de su Estado Mayor, entonces recibió
una descarga desde las posiciones enemigas, lo que provocó de
inmediato la apertura del fuego, rompiéndose dicho
armisticio.

Esto a la vez llevó a que la escuadra chilena bombardeara el
flanco derecho de la línea adversaria y las divisiones
comenzaran a tomar posiciones de apresto para el ataque, lo
que no se pudo hacer en forma completa por lo inesperado de
la iniciación del encuentro.

Así, el enemigo aprovechando con habilidad la ocasión, tomó
la ofensiva logrando poner en aprietos a los primeros cuerpos
chilenos que iniciaban el avance. Pero, con la llegada de las
unidades ubicadas en la segunda línea, la lucha se estableció
con gran vigor por ambas partes.

Rápidamente, las tropas chilenas barrieron a la bayoneta,
con empuje irresistible una a una las trincheras adversarias
y a las 6 de la tarde, toda la línea defensiva del Perú,
estaba en poder de los chilenos. La rapidez de la victoria se
debió en parte a la deficiente instrucción de las tropas del
Ejército de reserva peruano.

Se ignora la cuantía de las pérdidas del adversario, pero el
Ejército chileno tuvo que lamentar entre muertos y heridos,
más del 22 por ciento de sus efectivos, entre ellos el
Coronel Juan Martínez, héroe de muchas acciones y que ya
había perdido a dos de sus hijos en la Batalla de Tacna.

Luego estas dos brillantes victorias, el General Baquedano
recibió la rendición incondicional de Lima, pasando a ser la
capital peruana el nuevo escenario de futuras campañas en la
Guerra del Pacífico.

Por somosfutrono

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