En la ciudad de San Bernardo falleció el 19 de enero de 1924
Manuel Magallanes Moure, a los 46 años de edad. Este poeta,
cuentista, dramaturgo, y miembro del “Grupo de los Diez”, fue
además, pintor de moda por espacio de más de 20 años. Sus
obras traspasaron la frontera y en un viaje a Europa la
prensa lo recibió llamándolo “el gran poeta chileno”.

Con respecto a sus trabajos, la crítica nacional se expresó
de la siguiente manera: “Su poesía es insinuante y seductora;
uno la gusta y la ve. Es para ser leída mentalmente, como se
contempla en silencio un paisaje; produce un acallado
deleite, no el entusiasmo vibrante ni arrebatador. Huye del
efecto lírico y externo y hace que todo el encanto se
desprenda del asunto mismo que él sabe mostrar desde su punto
de vista de poeta y pintor”.

En ocasiones se ha destacado que Magallanes Moure le cantó
de preferencia al mar. En efecto, el tema de buques, payas y
olas lo atrajo poderosamente y en torno a él construyó poemas
muy valiosos, como «El barco viejo», y un libro completo,
como «La casa junto al mar», en 1918.

Cabe señalar que, Gabriela Mistral dirigió varias misivas al
pintor y también poeta Magallanes Moure entre 1914 y 1921, en
las que dejó inscritas las llamas de su amor apasionado y
platónico: «Te adoro, Manuel. Todo mi vivir se concentra en
este pensamiento y en este deseo: el beso que puedo darte y
recibir de ti», lo que aparece consignado en la obra de la
poetisa, «El amor y el desamor”.

Adicionalmente, Magallanes Moure junto a su gran amigo Pedro
Prado y otros artistas integraron y contribuyeron a la
formación del famoso Grupo de los Diez. Además, este poeta
fundó la “Colonia Tosltoyana”, que tuvo gran influencia en la
literatura contemporánea.

También y desde muy joven se dedicó al periodismo, dándose a
conocer a través de poemas publicados en la revista «Pluma y
lápiz». Colaboró en la revista «Zig-Zag», en «El Mercurio»,
en «Las Ultimas Noticias» y en las publicaciones de la
juventud universitaria. En estos medios de comunicación hizo
crítica literaria, crónica, comentarios pictóricos,
reportajes, y, sobre todo, publicó versos.

Después de su muerte, dos artistas se encargaron de grabar
en la lápida la imagen del artista: Tótila Albert, que empleó
el cubismo emblemático de los egipcios, y Laura Rodig, que
supo interpretar con su admirable maestría de líneas y
ondulaciones la fisonomía espiritual y la efigie real del
poeta.

Luego de tres años de su muerte, el 6 de enero de 1927 se
inauguró en Santiago el monumento del artista que cantó las
cosas tristes y alegres del mundo y murió aquejado del vivir
y del ansia de ilusiones irrealizables.

Por somosfutrono

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