El Cabildo Abierto de Santiago proclamó el 16 de febrero de
1817 como Director Supremo al General Bernardo O’Higgins
Riquelme, de 39 años de edad, y a solo cuatro días del
triunfo patriota sobre los realistas en la Batalla de
Chacabuco. Su mandato duró hasta enero de 1823 en cuyo
período el país marchó seguro por la senda de la libertad.

Sin embargo, en los años que le correspondió gobernar fue
muy difícil, además de delicado. Todo estaba por hacerse; las
leyes e instituciones instauradas durante el régimen colonial
debieron ser readaptadas al principio republicano, al igual
que en el ámbito social, tuvieron que implementarse bases más
humanas e igualitarias.

Así al asumir O’Higgins, una de sus primeras medidas fue la
repatriación de los prisioneros que había desterrado a la
isla Juan Fernández el Gobernador Francisco Casimiro Marcó
del Pont Ángel Díaz y Méndez, con posterioridad al Desastre
de Rancagua, en octubre de 1814.

En lo material las primeras acciones de su gobierno
estuvieron orientadas a garantizar la defensa del territorio
ante el peligro realista. Para tal efecto, dictó el decreto
para la creación de la Academia Militar de Santiago y la
Academia de Guardiamarinas de Valparaíso, ambas instituciones
son antecesoras de la Escuela Militar y Escuela Naval
respectivamente.

La Escuela Militar aún conserva su notable mensaje: «Para
ser Oficial de Ejército no se exigen más pruebas de nobleza
que las verdaderas que forman el mérito, la virtud y el
patriotismo».

O’Higgins consciente de que nada servía la Independencia de
Chile si las fuerzas chileno-argentinas no terminaban con el
poder realista en su seno, organizó la Expedición Libertadora
del Perú, la que fue financiada íntegramente por el Gobierno
de Chile.

Pero en la dirección suprema de la nación es donde O’Higgins
se reveló como un gran estadista, al organizar el gobierno en
lo jurídico, educacional, cultural, material y al reglamentar
sus funciones e imponer tributos.

De hecho, creó el Ministerio de Hacienda el mismo año que
asumió su cargo, con el objeto de restablecer el orden
económico. Tres años más tarde, se redujeron los sueldos de
los militares y de los empleados, se difirió el pago de las
obligaciones fiscales, se contrataron numerosos empréstitos
con comerciantes extranjeros, dando como garantía las futuras
rentas del erario y hasta las personales de O’Higgins.

En lo jurídico, durante su administración, fueron
promulgadas dos Constituciones la de 1818 y la de 1822 y se
crearon los Tribunales de Justicia. Además firmó el documento
“Acta de Proclamación de la Independencia de Chile”, dado a
conocer el mismo día del primer aniversario del triunfo en la
Batalla de Chacabuco.

También dispuso la reapertura del Instituto Nacional, fundó
la Biblioteca Nacional y promovió la creación de colegios,
bibliotecas, autorizando la internación de libros.
Adicionalmente, ordenó la fundación de escuelas primarias
sostenidas por los cabildos y la fiscalización de las
escuelas particulares existentes.

En el territorial, fundó nuevas ciudades a lo largo del
país, planificando la urbanización de estas, facilitando la
construcción de hospitales y cementerios. Uno de estos
ejemplos se encuentra en la transformación del basural de La
Cañada en la Alameda que hoy lleva su nombre en Santiago.

También ordenó componer la nueva canción nacional, el Escudo
de Armas de la República, y fundó la “Orden al Mérito”, que
reemplazó los títulos de nobleza que fueron suprimidos.

En lo espiritual, lograda la Independencia definitiva en la
Batalla de Maipú desarrollada el 5 de abril de 1818, prometió
erigir un templo votivo en honor a la Virgen del Carmen,
Patrona del Ejército de Chile.

Sin embargo, la lucha contra los realistas continuo en la
llamada “Guerra a Muerte”, porque un grupo reducido de
españoles comandados por Vicente Benavides Llanos se relegó
en el sur del territorio, para hostigar y derrocar el
Gobierno de O’Higgins. Los años 1821 y 1822 fueron
especialmente duros para el país que se encontraba
desfinanciado, por él desangre ocasionado por la Expedición
Libertadora del Perú, La Guerra de Arauco y La Guerra a
Muerte.

Esto provocó una falta de recurso en las provincias, lo que
trajo como consecuencia el levantamiento en contra de la
administración de O’Higgins, sublevándose inicialmente el
Intendente de Concepción Ramón Freire Serrano, lo que pronto
fue imitado por la provincia de Coquimbo.

Otro hecho lesivo a su popularidad, lo constituyó el
fusilamiento en Mendoza de José Miguel Carrera Verdugo, en
septiembre de 1821, cuyos partidarios en Chile no tuvieron
escrúpulos en echarle la culpa a O’Higgins, a quien odiaban.
También le impugnaron la muerte de los hermanos Juan José y
Luis Carrera Verdugo, el 8 de mayo de 1818, y el asesinato de
Manuel Rodríguez Erdoiza, el día 26 de ese mes.

Finalmente, el Director Supremo abdicó el 28 de enero de
1823, después de seis años de Gobierno, entregando la banda a
una Junta. Aplausos y vítores de «¡Viva el General
O’Higgins!» dieron término a la asamblea. Si grande fue el
Libertador como soldado y como gobernante, fue sublime en el
momento de su abdicación.

Por somosfutrono

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