REMEDIO PARA LA PLAGA

Pese a encontrarnos recién a principios de año y pese al
optimismo natural que se genera después de las vacaciones,
percibo en mis contertulios semanales, agudos analistas, una
profunda desazón. A todos, de una y otra tendencia, sin
excepciones, les cuesta imaginar cómo se va a salir de este
marasmo y de esta virtual paralización que vive el país.

El estado de pesimismo que se cierne como una peste sobre el
futuro de Chile, cruza todo el espectro político: algunos
pueden diferir en cuanto a sus causas, pero el diagnóstico es
algo en lo que la gran mayoría del país está de acuerdo. Con
diferentes tonos, no hay quien no diga… «algo tiene que
pasar, no podemos seguir por el camino que llevamos».

Sin embargo, los días pasan e invariablemente los medios de
comunicación copan sus espacios noticiosos mostrándonos el
lado más oscuro de nuestra convivencia nacional: la
intolerancia, la inseguridad y la violencia; ni que decir de
la salud y la educación…, de mal en peor; la corrupción, la
decadencia del discurso político y su total desapego de los
verdaderos requerimientos de la comunidad, son la tónica del
día a día.

Se suma a este deprimente escenario, como un consuelo para
los que esperan que todo se solucione por arte de magia, lo
que ocurre a nivel mundial, especialmente en el vecindario,
donde la situación se hace insostenible: Brasil, Perú,
Bolivia, Ecuador -y como si fuera poco, en Estados Unidos
Trump le ha puesto su cuota de turbia emoción al ambiente
político americano.

Imagino que algo así sucedió hace mucho tiempo en Hamelín,
(la ciudad de El Flautista de Hamelin, uno de los cuentos de
los Hermanos Grimm), donde un fatídico día los lugareños se
encuentran con sus calles infestadas de ratones. La ciudad,
desarrollada para su época, no sabía cómo poner fin a tan
horrible plaga.

Todos los esfuerzos de los habitantes de Hamelín parecían
vanos, pues por más que se esmeraban en ahuyentar los
roedores, estos se mostraban más y más dispuestos a acabar
con las reservas de la ciudad. Semejante calamidad lo estaba
aniquilando todo a su paso, al punto de que, ante la cantidad
de ratones llegados al lugar, «los mismos gatos huían
despavoridos».

Finalmente, los ciudadanos decidieron «elegir» a quien fuera
capaz de librarlos del mal. Muchos se presentaron pero sus
remedios solo eran promesas y no daban resultados, hasta que
por fin apareció un flautista que ofreció salvar la ciudad de
una sola vez.
Los vecinos lo vieron marchar por las calles repletas de
ratones, entonando una dulce melodía que causaba una
atracción irresistible en las pequeñas fieras. Estas,
cautivadas y alucinadas, dejaban su saqueo para seguir los
encantadores sones del flautista y desaparecer.

Como corolario, nuestra roedora analogía enseña que el
camino, si no fácil, es claro: hay que buscar en cada ciudad
y comuna a los mejores y más capaces de usar instrumentos
eficaces, coherentes y realistas para que en las próximas
elecciones municipales queden fuera de circulación estos
patéticos «roedores políticos» y se libere así a la comunidad
de una pesadilla nefasta que impide retomar la senda del
crecimiento y el progreso social.

CRISTIAN LABBE GALILEA

Por somosfutrono

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