UN ZUMBIDO NECESARIO

En mi anterior columna señale que la crisis institucional,
política y económica por la que atraviesa el país nos llevaba
irremediablemente en “rumbo de colisión”, y que había llegado
la hora de impulsar un movimiento que entretejiera redes:
virtuales, sociales, personales, de todo tipo y en todas
direcciones; para dar cabida a las voces disidentes que
representan casi el 80 por ciento de desafectados de la
contingencia.

A raíz de lo dicho, algunos especuladores interpretaron que
estaba llamando a constituir un nuevo partido político. Ante
lo cual manifiesto categóricamente que ¡no! Nunca ha sido esa
mi intención, ya que no creo que ese sea el camino más
indicado para manifestar el descontento que hoy vive nuestra
sociedad: pero sí creo que ha llegado la hora de levantar “en
masa” un zumbido de protesta.

Por lo demás, no se preocupen si uso el término “movimiento”,
pues como tales han existido siempre en la vida política del
país. Los patriotas, los carrerinos, los estanqueros, la
falange, el gremialismo, son demostración de ello.

Preciso sí, que en el pasado, con mayor o menor diferencia,
éxito o duración, los movimientos han surgido casi siempre a
la sombra de la popularidad de algún personaje en busca de
protagonismo. ¡Este, categóricamente no es el caso!

Precisamente, lo que se busca es salirse de los marcos
tradicionales de la política convencional y dar espacio a
quienes quieren ¡renovar la política, pero lejos de la
política (partidista)!

La idea es romper con las antiguas coordenadas de derechas e
izquierdas, y que nadie reclame protagonismos exclusivos o
excluyentes, por transitorios que sean. Se trata de un
movimiento realmente independiente, despojado de todo
mesianismo y de cualquier tipo de voluntarismo.

Ni el Cura de Catapilco, ni el movimiento de Von Marées de
los treinta, es lo que el país necesita.

El mundo moderno, la libertad individual, el respeto a la
persona (cualquiera sea su opción política, religiosa, sexual
o deportiva), así como el negro panorama que se cierne sobre
nuestro futuro político, nos obligan a enfrentar la actual
crisis de una manera creativa, positiva y optimista; lo que
se logra poniendo por sobre todo las ideas de la sociedad
libre.

Sin caer en mesianismos fáciles y “ofertas baratas”, al caos,
al desorden y a la desazón hay que oponerle orden, autoridad
y confianza en la libertad y en el crecimiento económico,
como el camino más efectivo para el desarrollo y el bienestar
social.

La idea del hombre como un ser superior y anterior al estado,
el concepto de un estado subsidiario no asistencialista, la
auténtica despolitización del servicio público y un estricto
respeto al orden institucional, deben ser los pilares básicos
de cualquier acción seria, no la mera búsqueda del poder.

Es muy importante dejar claro que todo lo dicho exige la
existencia de una autoridad que ejerza el poder con decisión,
claridad e independencia de mezquinos intereses.

Sin el “traje de huaso” del cura de Catapilco, ni el
caudillismo nacionalsocialista del “Jefe” Von Marees, “Moya”
puede, activando redes de descontento, a través de todo el
país, levantar con fuerza su voz de disenso y exigirle al
mundo político que se restablezca la estabilidad política,
económica y social.

Es la hora de que la autoridad “sienta el zumbido” de una
mayoría que lo único que espera es recuperar la ruta del
progreso, del orden y la paz social que nos permitió crecer a
niveles ejemplares no solo en el continente, sino en el
mundo.

CRISTIAN LABBE GALILEA

Por somosfutrono

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