En la ciudad de Santiago falleció Miguel Antonio Smith
Irisarri, el 24 de mayo de 1877, a los 45 años de edad. Está
considerado como el padre del paisajista chileno y el primer
caricaturista del país. Tuvo una corta, pero intensa vida,
cruzada de innovaciones para el ambiente artístico chileno
del siglo XIX, abriendo el camino a la liberación de las
reglas académicas en la pintura.

Smith nació en la capital en 1832 y desde temprana edad
sintió inclinaciones hacia la pintura. Sin embargo, sus
padres lo obligaron a terminar sus estudios en el Instituto
Nacional, a pesar de las insistencias de Smith para dedicarse
al arte.

Así fue que, una vez finalizada su colegiatura, ingresó a la
Academia de Pintura, dirigida por el italiano Alejandro
Cicarelli. Por ciertas discrepancias artísticas con el
director, Smith abandonó los estudios, convirtiéndose, según
registros, en el primer disidente de esa Institución.

Entonces, se decidió por la vida militar e ingresó al
«Escuadrón de Granaderos a Caballo», pero las dificultades de
relación con sus jefes militares, lo hicieron abandonar esa
vía en 1857, cuando tenía 25 años, fecha en que se dedicó de
lleno a la pintura.

Más tarde se unió al movimiento intelectual impulsado por
miembros de su generación, artistas, pensadores y literatos,
entre los que se encontraban los Arteaga Alemparte, los Blest
Gana, Vicuña Mackenna, Amunátegui, Bilbao Barquín, quienes
hallaron espacio para la expresión en la publicación «El
Correo Literario».

En ese ámbito, Smith difundió sus caricaturas de corte
socio-político, portadoras de líneas puras, fina caligrafía,
y mucha pasión. Una de ellas, bastante irónica, fue dedicada
negativamente al mismísimo Cicarelli.

En esa época participó en la Guerra Civil de 1859, contra el
Presidente Manuel Montt Torres, por lo que debió abandonar el
país, una vez que el movimiento revolucionario fue disuadido.
Entonces se dirigió a Europa, lugar donde perfeccionó su arte
en Francia y después en Florencia en el taller del pintor
Carlos Markó, que tuvo en él una influencia decisiva.
Prácticamente toda la obra de Smith es paisajista y junto a
Ramírez Rosales, se le considera un creador del paisaje en la
pintura chilena.

Después de siete años en Europa, regresó a Chile en 1866, y
Smith imprimió al ambiente cultural chileno el sello bohemio
usual en Europa, con su aspecto desgarbado, su actitud
rebelde y su visión punzante sobre las cosas. Parte de sus
particularidades se explican también por la mezcla de sangre
latina y sajona que en él se hallaba. Sus ingeniosas
ocurrencias contrastaban con su modo fino y algo triste.

A estos dos hechos podría deberse su producción dispar: los
paisajes reflejarían el lado sentimental de su aspecto
nórdico, mientras que las ilustraciones caricaturescas
denotarían la herencia latina y materna.

Los paisajes de Smith siguen rígidamente un estilo inaugurado
por los románticos ingleses, donde la luz del amanecer y el
crepúsculo con sus caídas diagonales exageran las formas y
dan a la escena un sentimentalismo evocador.

En el Museo de Bellas Artes se encuentran sus obras: «Río
Cachapoal», «Claro de Luna» y «Sol en la Montaña». Otras
obras suyas son: “Puesta de Sol en Los Andes”, “Bosque
Indígena en Noche de Luna”, “Valle de Santiago”, “Una
Cascada”, “El Lago”, y “Capricho y las Cuatro Horas del Día”.

Por somosfutrono

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