En la ciudad de Santiago nació el 13 de junio de 1788,
Antonia de Salas Fernández de Palazuelos, en una de las más
aristocráticas familias de la colonia. Tanto en la casa de
sus padres, como en el hogar que formó al casarse con Isidoro
Errázuriz Aldunate, se reunió con gente ilustre, de
pensamientos independentistas, como los suyos.

Antonia era hija de Manuel de Salas Corbalán, el ilustre
educador nacional y patriota durante la época de la
independencia, y desde niña se distinguió por el ejercicio de
una abnegada caridad con los pobres y los enfermos, a quienes
visitaba en los hospitales.

Su padre fue uno de los promotores de la Primera Junta de
Gobierno en 1810. Al año siguiente formó parte del Primer
Congreso Nacional. Colaboró con el primer periódico “La
Aurora de Chile”, y formó parte de la Junta Patriótica que
promulgó la primera Constitución chilena en 1812. Dos años
más tarde, fue nombrado miembro del Senado Consultivo.

Cabe señalar que, también su marido Errázuriz, participó en
la Primera Junta de Gobierno y en el Primer Congreso
Nacional. En 1813 fue designado Corregidor del Cabildo de
Santiago. Luego del Desastre de Rancagua, en octubre de 1814,
durante la época de la Reconquista, tanto su marido como su
padre fueron relegados en la Isla de Juan Fernández, por los
realistas.

Fue en esos momentos cuando Antonia de Salas, inspirada en
las ideas de libertad supo resistir con entereza y
resignación el destierro de quienes ella tanto quería.
Entonces, además de conseguir los recursos para enfrentar las
contribuciones que le imponía el gobierno español, para
enviar víveres a los desterrados, se las ingenió para
hacerles llegar las noticias de la causa de los patriotas,
empleando ingeniosos medios para burlar la vigilancia
realista.

Ambos fueron liberados luego de la victoria de los patriotas
en la Batalla de Chacabuco en febrero de 1817 y continuaron
sirviendo a la Patria.

Las virtudes caritativas de Antonia se manifestaron en forma
especial durante la epidemia de viruela que azotó al país en
1820. A pesar de los pocos conocimientos para curarla, y
arriesgándose, se llevó a su casa en el fundo San Rafael, a
una familia compuesta de cinco personas atacadas por dicha
enfermedad, que vivían en una casa muy pobre.

Allí Antonia se preocupó de cada uno de ellos, quienes
tuvieron la suerte de recobrar la salud gracias a sus
cuidados. A lo largo de su vida muchas veces convirtió su
casa en hospital, como sucedió durante la Guerra Civil de
1829 a 1830, luego de la Batalla de Ochagavía, organizó la
asistencia a los heridos en un improvisado hospital militar.

Posteriormente, junto con un grupo de señoras de la
aristocracia de Santiago fundó la “Sociedad de Beneficencia
de Santiago”, que más tarde pasó a llamarse la “Hermandad de
Dolores”, institución que desarrolló una inmensa labor
caritativa en los hospitales, cárceles y en el Hospicio en la
“Casa de Huérfanos”.

También a su iniciativa se debió la venida a Chile de las
“Hermanas de San Vicente”, para los hospitales, de las monjas
de la Providencia para los huérfanos y del Buen Pastor para
las reclusas.

Antonia, viuda desde 1833, falleció en la ciudad de Santiago
a los 78 años de edad, el 8 de enero de 1867.

Por somosfutrono

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