Luego de seis meses de preparación, el 2 de julio de 1535,
Diego de Almagro, concluyó los trabajos previos de la primera
expedición al territorio chileno. Para esta aventura logró
reunir 500 españoles, 100 esclavos negros y 10 mil indígenas,
además de las armas, herramientas, herraduras, pólvora, y
otros utensilios necesarios.

Cabe consignar que, la norma en esa época era que todas las
empresas conquistadoras de América fueran financiadas por sus
propios integrantes y que, eventualmente, la Gobernación
podía realizar algunos aportes, pero siempre en especies,
nunca en dinero.

Diego de Almagro fue autorizado para realizar el
descubrimiento y conquista de Chile por la real cédula del 21
de mayo de 1534, firmada por el Rey Carlos V, obteniendo la
gobernación de Nueva Toledo, que comprendía las tierras desde
el Cusco hasta Tal Tal. Según los indígenas, estas tierras
eran abundantes en oro, lo que justificaba todo el esfuerzo
señalado.

Eran tan grande las expectativas de Almagro, que a sus 55
años de edad, trajo en la expedición a su hijo recién nacido
y a su pareja, la indígena panameña Ana Martínez, quien se
convirtió en la primera mujer no nativa que pisó territorio
chileno. Adicionalmente, lo acompañaron dos dignatarios del
imperio incásico: Paullo Tupac hermano de Atahualpa y Huilla
Huma, sumo sacerdote del Templo del Sol en el Cusco y la
joven hija de este último, la princesa Ñusca.

La expedición se dividió en varios grupos que se encaminaron
al sur en distintas fechas. Almagro partió del Cusco el 3 de
julio de 1535 con unos 50 hombres. Tomó el camino del
Altiplano boliviano, bordeando el río Titicaca para llegar a
Paria, donde se juntó con Juan de Saavedra quien lo esperaba
con 150 hombres y abundantes provisiones.

Continuaron hacia el sur y luego de cuatro meses de marcha
llegaron a Tupiza, pero allí tuvieron que permanecer por dos
meses más, esperando que madurara el maíz, sustento de la
tropa. Desde este punto comenzó el tramo más penoso para la
expedición, al llegar al paso San Francisco y tener que
cruzar la Cordillera de Los Andes.

Los 4 mil metros de altura, los intensos fríos y las
dificultades del terreno ocasionaron numerosas bajas entre
los expedicionarios. Los caballos morían de hambre y de frío,
lo mismo que los hombres de la expedición, hambrientos y
entumecidos empezaron a desesperarse. Almagro conservó en
medio del desastre, una gran presencia de espíritu.

Entonces, se adelantó con 20 soldados y en tres día llegó al
Valle de Copiapó, por la quebrada de Paipote, encontrándose
con el español Gonzalo Calvo Barrientos, un delincuente que
había sido castigado por sus fechorías, cortándole las
orejas, quién ayudó a los expedicionarios gracias a sus
vínculos con los indígenas de la zona.

Una vez socorrida el resto de la expedición, continuaron su
marcha hacia el sur. A la altura de los Vilos, en mayo de
1536, fueron avisados de la llegada del buque San Pedro
comandado por Alfonso Quintero, que le traía desde Lima 40
hombres y abastecimiento.

Almagro envió a Juan de Saavedra a reconocer las costas en la
embarcación que le había traído refuerzos desde el Perú.
Saavedra alcanzó hasta la zona de Alimapu, que llamó
Valparaíso. Mientras que, él continuó por tierra encontrando
una buena acogida por parte de los indígenas hasta llegar al
Valle del Maipo.

Sin embargo, las intrigas de su intérprete, un indígena
llamado Felipillo, convencieron a los mapuches de que la
intención de Almagro era asesinarlos. Felipillo instó a los
indígenas a atacar a los españoles por sorpresa, pero
aquellos se desistieron. Entonces, Felipillo se arrancó, pero
fue alcanzado y fusilado.

Luego, Almagro organizó una expedición más al sur para
encontrar las riquezas, el objetivo de la expedición,
enviando Gómez de Alvarado junto a 70 hombres, quienes
llegaron hasta la confluencia de los ríos Ñuble e Itata. En
ese lugar, se produjo el primer enfrentamiento armado entre
españoles y mapuches, la Batalla de Reinohuelén.

Si bien los indígenas se retiraron, en su paso tomaron varios
prisioneros, quedando algunos españoles muertos y otros
heridos. Este hecho junto con la falta de recursos y la
rudeza del clima, hizo que Gómez Alvarado decidiera regresar
al norte.

Una vez que se reunieron los expedicionarios y analizaron la
situación, decidieron regresar a Perú, en septiembre de 1536,
porque aparte de la resistencia de los indígenas, no
encontraron un territorio con ciudades, grandes extensiones
cultivadas, ni riqueza en oro y plata, como eran sus
expectativas.

De manera unánime, se decidió tomar la ruta del Desierto de
Atacama. Pero antes de partir, Almagro, en un acto de gran
generosidad, juntó a sus hombres y delante de ellos rompió
las escrituras que documentaban las deudas contraídas con él
antes de partir del Cusco. Con este gesto quería recompensar,
aunque fuera en una mínima parte, la ayuda recibida de estos
expedicionarios.

En todo caso la salida de los españoles de los valles de
Chile fue violenta: Almagro autorizó a sus soldados a saquear
a los indígenas, dejando sus tierras desoladas; no hubo ni un
solo español que no tomara alguno de ellos para su
servicio.

Finalmente, la expedición llegó al Cusco en 1537. Según
algunos autores, aquí nació la figura del “roto chileno”,
debido a las condiciones en que la hueste de Almagro llegaron
a su lugar de partida, con sus ropas prácticamente deshecha.

Por somosfutrono

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