En la ciudad de Santiago falleció el 8 de julio de 1910, el
literato y político Eusebio Lillo Robles, a los 84 años de
edad, autor de la letra de nuestra actual Canción Nacional.
El nuevo Himno Nacional fue estrenado en las funciones
teatrales con que se conmemoró la Independencia, en el año
1847.

Nuestro primer himno patrio fue compuesto en 1819, por el
argentino Bernardo de Vera y Pintado. Veintisiete años
después, en 1846, el comerciante español Manuel Puerta de
Vera, en representación de un grupo de compatriotas, le
solicitó al gobierno de Manuel Bulnes Prieto, que se cambiara
la letra del Himno Nacional, por incluir términos ofensivos
para España.

Así, en 1847 el Ministro del Interior de la época, Manuel
Camilo Vial, le encomendó la redacción de la nueva letra a
Eusebio Lillo, oficial auxiliar de ese ministerio. Ese mismo
año, el poeta hizo lo necesario y decidió dejar el coro del
primer Himno, quedando concluida la obra para celebrar la
independencia. La letra se publicó en el periódico «El
Araucano» el 17 de septiembre de 1847, y al día siguiente en
«El Progreso» y «El Mercurio» de Valparaíso.

El autor de la Canción Nacional reconoció, a la revista
Zig-Zag en septiembre de 1905, que no quería escribir el
himno patrio, porque pensaba que no se debía cambiar. «La de
Vera era hermosa y representaba el período heroico de nuestra
historia. Comencé por esto a escribirla sin ganas y esto se
nota en la primera estrofa que es forzada, que no tiene
soltura ni movimiento. Después de la primera estrofa sentí
que la cosa iba más fácil y más espontánea; esto se nota muy
bien leyendo la canción. La primera estrofa es la peor de
todas» manifestó Lillo.

Lillo fue un inspirado poeta. Su poesía es rica en imágenes y
muestra una manifiesta tendencia a la incorporación del
paisaje. El poeta no pudo sustraerse a la influencia que en
esos momentos ejercían los franceses y españoles. Algunos de
sus versos muestran los estilos de Víctor Hugo y de
Espronceda.

La labor literaria de Lillo fue múltiple, fecunda y de honda
huella en la cultura chilena. Fue ganador del primer premio
en certamen abierto por la Antigua Sociedad Literaria con su
«Canto al 18 de Septiembre».

Entre sus más notables producciones destacan «El Junco»,
«Rosa y Carlos», «El Imperial», «Una Lágrima» y su bellísimo
y famoso poema «Deseos» que provocó polémica alrededor de la
originalidad del tema pero que, habiendo sido cotejado con
«Les Sohuaits» de Riboute y el poema del mismo nombre del
portugués Juan Aboin, causantes de las dudas originales,
dieron la razón a Lillo con la satisfacción que merecía su
genio creador.

Lillo nació en Santiago el 14 de agosto de 1826. Estudió en
el Instituto Nacional. Cuando tomaba clases de Legislación en
ese establecimiento participó en la fundación de la Sociedad
Literaria, en 1842. Fue aquí donde recibió una poderosa
influencia de parte de José Victorino Lastarria.

Desde joven se destacó como gran lector y con los libros que
compraba organizaba rifas entre sus compañeros para costear
sus gastos de estudio. Se retiró de los estudios por
problemas familiares, sin poder recibirse de abogado. Su
primera composición fue «A la Muerte de Don José Miguel
Infante», cuando tenía 18 años.

Luego, se desempeñó como corresponsal de «El Mercurio» y «El
Comercio» de Valparaíso. Colaboró en la «Revista de
Santiago», en el año 1850 escribió en los periódicos «La
Barra» y «El Amigo Del Pueblo», ambos periódicos opositores
al gobierno de Manuel Bulnes Prieto. De 1852 hasta 1857
escribió en el periódico «La Patria».

A los 22 años, en 1848 fue oficial de la oficina de
Estadística. Participó en la Sociedad de la Igualdad en 1850,
siendo uno de los impulsores de la revolución del 20 de abril
1851. Combatió con fusil en mano en el “Motín de Urriola”.
Por esta razón, fue encarcelado por el gobierno de Manuel
Montt Torres, y estuvo condenado a muerte, pero finalmente
sólo fue desterrado a Valdivia. Entonces, se auto exilió en
Perú y luego se fue a Bolivia, regresando en 1852.

Posteriormente, en 1858 cuando Lillo tenía 32 años, volvió de
nuevo a Perú y de allí pasó a Bolivia, donde fundó el Banco
de La Paz y colaboró en el desarrollo minero.

En 1878 fue Alcalde de la I. Municipalidad de Santiago y
después Intendente de Curicó. En la Guerra del Pacífico, se
le designó con el cargo de secretario de la Escuadra y
Ministro Diplomático en campaña. El 18 de septiembre de 1880
fue nombrado Ministro del Interior.

En 1882 salió elegido Senador de la República por la
provincia de Talca, por el período de 1882 a 1888 y, elegido
Vicepresidente del Senado, el 22 de diciembre de 1886. Ese
mismo año, el Presidente José Manuel Balmaceda Fernández, lo
nombró Ministro del Interior, pero renunció después de un
mes, por diferencias con el mandatario.

Viajó a Europa en 1889, y a su regreso Balmaceda le confió
publicar su testamento político, valioso documento que
Eusebio Lillo publicó en 1891, cumpliendo la voluntad del
mandatario. Al renacer el balmacedismo en 1896, fue elegido
presidente de la Alianza Liberal, cuando Lillo tenía 70 años
de edad.

De esta manera, el hombre que caminó por la vida como poeta,
periodista y político, dejó de existir a los 84 años de edad,
dejándonos la Canción Nacional, que guarda de la antigua todo
lo que tenía de bello y de noble, y que en cada verso toca
una fibra de patriotismo, superando a la anterior por la
delicadeza de sus versos y la belleza de sus pensamientos.

Por somosfutrono

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