EL CASO CHEYRE

Resulta casi imposible asimilar todo lo que está ocurriendo
en el país desde hace algún tiempo. La mujer del Presidente
de la Cámara de Diputados se asigna una desvergonzada
pensión, la economía sigue cayendo, aumenta el desempleo, las
reformas carecen de financiamiento y por lo tanto no avanzan,
los brasileros desmienten a MEO y dicen que si le financiaron
el avión, el Subsecretario de Gobierno es acusado de
irregularidades…, la Presidenta Bachelet llega a los mayores
límites de rechazo. Lo escandaloso y sorprendente es que todo
esto y mucho más se produce mientras la mayoría observa
atónita, sin reacción, y las autoridades políticas… como si
vieran llover.Es en estas circunstancias que la comunidad es
sorprendida con el «caso Cheyre», traducido en el
procesamiento y detención preventiva del ex Comandante en
Jefe del Ejército.

Al revés de lo esperable ante un hecho de tamaña gravedad,
las reacciones, aunque diversas, en general han sido todas
endebles y desenfocadas. Algunos ingenuos creen que solo es
una cortina de humo para distraer la opinión pública del
grave momento que vive el gobierno. Ese análisis resulta
simplista, pues no hay proporción entre querer levantar una
típica cortina de humo y la detención de un ex Comandante en
Jefe del Ejército. Otros no han pasado de analizar la figura
del General Cheyre y «su nunca más…».

Lo que no se percibe por parte alguna es conciencia y
coincidencia de que se está ante un caso que no afecta solo a
una persona, por importante que sea, sino que toca la
investidura del cargo de Comandante en Jefe del Ejército,
máxima autoridad de una institución permanente de la
república. Cómo omitir o minimizar el hecho de que esta
aberración jurídico-política lesiona gravemente el prestigio
y el honor de toda la institución Ejercito de Chile, pasado,
presente y futuro, produciendo en sus integrantes un daño
moral irreparable y una vulnerabilidad al rol histórico del
Ejército en la marcha de la patria.

Esta agresión al Ejército en la persona de un ex Comandante
en Jefe no solo lesiona el honor militar sino que es una
acción con ribetes de carácter terrorista y de delito de lesa
humanidad, al propiciar indirectamente la alteración de la
jerarquía, el orden y la disciplina militar. Al actuar sobre
la máxima autoridad institucional se desestabiliza el
funcionamiento de sus estructuras y se crea en sus
integrantes, así como en las otras ramas de las Fuerzas
Armadas, un estado de confusión e inseguridad.

A quienes se han querido dar un irresponsable «festín» con el
tema, hay que recomendarles que piensen las repercusiones que
puede tener lo ocurrido con el ex Comandante en Jefe del
Ejército, por lo que significa en el orden institucional y
porque la opinión pública, en casos como este, reconoce la
existencia de una vergonzosa asimetría jurídica: los
militares son procesados y los terroristas dejados en
libertad. Todo ello se acerca más a la venganza que al estado
de derecho, y nadie puede asegurar que no altere la paz
pública, la reconciliación y la unidad nacional.

En este caso, más allá de lo que cada uno piense del General
Cheyre, es al Ejército de Chile, al histórico, al de siempre,
al que se ha agraviado. Su reacción, por eso, ha sido
considerada demasiado cuidadosa y con pocos visos de querer
representar el dolor que lo afecta. No estaría de más que
nuestras autoridades recordaran el viejo refrán que dice…
«cuando uno juega con fuego y estopa… de pronto viene el
diablo y sopla».

CRISTIAN LABBÉ GALILEA

Por somosfutrono

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