Luego de tres años de instrucción como Cadetes, el 15 de
julio de 1861, los jóvenes que conformaron, lo que más tarde
se llamó «El Curso de los Héroes», fueron ascendidos al grado
de Guardiamarinas. Entre ellos destacaron: Arturo Prat
Chacón, Juan José Latorre Benavente, Jorge Montt Álvarez,
Francisco Javier Molinas Gacitúa, Luis Anacleto Goñi, Luis
Uribe Orrego, Carlos Moraga Suzarte, Carlos Condell de la
Haza y otros.

Todos tuvieron con el tiempo una gran importancia en la vida
nacional, incluso alguno de ellos llegaron a dar la vida por
la Patria. De los nombrados anteriormente, Condell, héroe,
que la historia lo tiene un poco olvidado, ingresó a la
Escuela Naval a los 15 años de edad en 1858, destacándose
posteriormente, en el Combate naval de Papudo, en 1865 y en
el Combate naval de Abtao, en 1866, durante la Guerra contra
España.

Finalizada la guerra, en abril de 1867, Condell decidió
retirarse de la Armada y dedicarse a comerciante. Entonces,
se instaló en Valparaíso, pero a los 7 meses se arrepintió y
regresó a la Marina, siendo destinado de inmediato a la
Esmeralda. Al año siguiente, reconociéndole sus dos medallas
de oro obtenidas en combate, fue designado en la misión de
traer los restos del General Bernardo O’Higgins Riquelme,
desde Perú.

En marzo de 1872 Carlos Condell volvió a acogerse a retiro de
la Armada, embarcado nuevamente en negocios que no dieron
buenos resultados. En esa época, conoció en Valparaíso a su
novia y regresó nuevamente a la Marina, en marzo de 1876,
siendo designado como oficial en la Esmeralda.

Condell fue destinado a Tahiti y a su regreso, en septiembre
de 1877, fue ascendido a Capitán de Corbeta y Ayudante de la
Gobernación Marítima de Valparaíso; cuatro días después se
casó en el mismo puerto de Valparaíso.

En su carrera ocupó cargos a bordo y en tierra y así, el 5 de
abril de 1879, día de la declaración de la guerra a Perú y
Bolivia, Condell fue nombrado Comandante de la «Abtao».
Posteriormente, se le entregó el mando de la «Covadonga»,
goleta que inmortalizó su figura, al dar un duro golpe a la
Armada peruana.

Cuando comenzó la Guerra del Pacífico, el Almirante Juan
Williams Rebolledo, Comandante en Jefe de la Escuadra
chilena, se dirigió al Callao, el 16 de mayo, para destruir
allí a la escuadra peruana qué, él suponía, se encontraba
reparando sus buques. Zarpó de Iquique con prácticamente
todos los barcos de algún valor con que contaba Chile al
entrar al conflicto.

Dejó en el puerto de Iquique, para mantener simbólicamente el
bloqueo, tres buques de madera, la corbeta Esmeralda, la
goleta Covadonga, y el transporte Lamar que, por el estado en
que se hallaban, eran incapaces de batirse con cualquiera de
los barcos de la escuadra peruana.

El mismo día 16 partió desde el puerto El Callao hacia Arica
el Presidente peruano Manuel Prado, con su estado mayor, a
bordo del Orolla, acompañado de Chalaco y de los blindados
Huáscar e Independencia, embarcaciones recién reparadas.

Ambas escuadras se cruzaron en altamar sin avistar a la otra.
En Arica el Presidente peruano supo que la Esmeralda, la
Covadonga y Lamar se encontraban solas en Iquique y que de
Valparaíso partía un convoy con dos mil 500 hombres a
Antofagasta, sin protección alguna.

Su plan era destruir con sus blindados a los tres buques que
estaban en Iquique, y después que aquéllos cayeran sobre el
convoy y, de paso, bombardearan las ciudades del norte de
Chile, para destruir la máquina resacadora de agua de
Antofagasta, privando de ese elemento vital, a las tropas
chilenas acantonadas allí.

El Presidente del Perú se quedó en Arica y los dos blindados
partieron hacia el sur el 20 de mayo. El Huáscar estaba
comandado por Miguel Grau Seminario y la Independencia por
Guillermo Moore.

Aquel 21 de mayo de 1879, la «Esmeralda» al mando del Capitán
Prat y «La Covadonga», comandada por Condell, se encontraban
frente al puerto peruano de Iquique, mientras que el
transporte «Lamar» se hallaba fondeado en la rada cerca de la
isla. A las seis horas y treinta minutos el vigía de la
Covadonga gritó: «Humos al norte». Entonces, «Lamar» abandonó
la bahía y se dirigió al sur.

Tres espolonazos del Huáscar hundieron a la Esmeralda e
inmortalizaron a su heroica tripulación, mientras Condell
condujo hábilmente a la Covadonga, en otro de los
enfrentamientos inolvidables que se produjeron durante la
Guerra del Pacífico, “El Combate Naval de Punta Gruesa”.

El Capitán Condell sabía que era inútil enfrentarse al
acorazado frente a la rada de Iquique, y por eso guió a La
Covadonga hacia el sur bordeando la costa, logrando así que
La Independencia mantuviese distancia.

En total, tres horas de persecución en medio de los cañonazos
que se cruzaban, lograron producir daño en ambas naves,
aunque la Covadonga estaba en peor condición. Condell apostó
a la última oportunidad de derrotar a La Independencia
acercándose a los roqueríos de Punta Gruesa.

Entonces, la Independencia se lanzó a toda velocidad para
alcanzar a la Covadonga y al hacerlo la proa chocó con las
rocas, generando una abertura tal, que el agua inundó al
instante la maquinaria interna, cayendo su tripulación al
mar.

La Covadonga puso punto final al combate disparando seis
cañonazos contra la nave peruana. Vino así la rendición de La
Independencia, mientras Condell ordenaba al Capitán Orella
poner alto al fuego y disponer de lanchas que recogiesen a
los heridos y tomasen prisioneros a los oficiales del barco.

La intención de Condell tras la victoria, fue regresar en
auxilio de la Esmeralda, sin embargo, la alerta de que se
acercaba el Huáscar lo hizo virar nuevamente al sur. A pesar
de que la embarcación estaba haciendo agua y de que tenía a
toda a la tripulación sacándola a baldes, logró llegar a
Tocopilla en la mañana del 22 de mayo y de allí a
Antofagasta.

Cuando Condell regresó a Valparaíso, el 23 de junio de 1879,
fue ascendido a Capitán de Fragata y nombrado Comandante de
la corbeta Magallanes. A fines de ese año, 1879, condujo las
fuerzas expedicionarias hacia Pisagua. Allá realizó los
bloqueos desde la costa, trasladándose luego a bloquear Arica
y poco más tarde, el combate contra las fortalezas de Arica y
el «Manco Capac».

Posteriormente, asumió el mando del monitor Huáscar, buque en
el cual se cubrió de gloria como conductor y líder de quienes
le seguían incondicionalmente. Sus acciones al norte y al sur
de El Callao lo llevaron a tomar parte en numerosos
acontecimientos, saliendo siempre airoso en cada encuentro y
provocando el rechazo e irritación de los peruanos que,
además veían en él a una figura detestable.

El 21 de mayo de 1881, ascendió a Capitán de Navío y en
diciembre, fue enviado a Europa para regresar en 1884, siendo
agregado al Ministerio de Marina, hasta el 3 de noviembre,
fecha en que se embarcó como Comandante de la fragata
blindada Cochrane.

El 4 de abril de 1887, fue transbordado como Comandante de la
fragata blindada Blanco donde, por poco tiempo, asumió la
jefatura de la Escuadra, pues una grave enfermedad le impidió
su ejercicio.

Ascendió al grado de Contraalmirante el 17 de agosto de 1887,
pero falleció en la ciudad Quilpué, el 24 de noviembre de ese
año, a los 44 años de edad, sin haber podido ejercer el grado
de Contralmirante que acababa de recibir. Sus restos fueron
llevados el 26 de noviembre, en una ceremonia sin
precedentes, a la cripta de los Héroes Navales en la Plaza
Sotomayor de Valparaíso.

Por somosfutrono

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