En la ciudad de Missik, Lituania, que en esa época pertenecía
a Polonia, pero que hoy es independiente, nació el 21 de
julio de 1802 Ignacio Domeyko Ankuba, considerado como el
Padre de las Ciencias Naturales en Chile, por la gran labor
desarrollada en el país en el campo de la geología,
mineralogía y pedagogía.

Hasta su llegada, eran prácticamente desconocidas en el país
las ciencias exactas y su aplicación; de hecho, una de sus
memorias, sirvió de aliciente para adoptar en Chile el
«Sistema Métrico Decimal», en el año 1847. Pero sobre todo
era inexistente la enseñanza profesional de ellas, en las que
Domeyko tuvo una gran influencia.

Así fue que, nombrado rector de la Universidad de Chile en
1867, Domeyko logró organizar los estudios orientados a las
ciencias prácticas, transformando la Facultad de Ciencias
Físicas y Matemáticas en una escuela formadora de ingenieros.

De esta manera, desde la segunda mitad del siglo XIX, se
formó a los primeros ingenieros geógrafos, ingenieros civiles
de puentes y calzadas, e ingenieros de minas, que hasta
entonces, la industria minera se había visto frenada por la
ausencia de profesionales capacitados.

Domeyko nació en el seno de una familia de aristocráticos
terratenientes polacos, por lo que sus primeros años los
vivió en medio de las convulsiones de su patria sometida al
dominio de Rusia. A los 15 años de edad, en 1817, ingresó a
la Universidad de Vilna, graduándose en Ciencias Físicas y
Matemáticas, lo que lo inició en su vida como científico.

Pero catorce años más tarde, en 1831 participó en la
revolución para la liberación de Polonia contra Rusia, de la
cual tuvo que emigrar, por la derrota de su país, razón por
la cual, viajó a Francia, convirtiéndose desde esa época en
un viajero obligado.

Una vez en París completó sus estudios en la «Ecole de
Mines». Posteriormente, en abril de 1837, se empleó, para
reconocer minas de hierro, en Alsacia. En esa misma época
recibió el ofrecimiento del Gobierno de Joaquín Prieto Vial,
a través del ingeniero e industrial minero Carlos Lambert,
para el cargo de profesor de Química y Mineralogía en el
Colegio de Coquimbo.

Luego de las conversaciones y acuerdos entre ambas partes,
Domeyko firmó un contrato con el Gobierno de Chile por seis
años, pero condicionado, que de ocurrir un levantamiento en
Polonia, se le desligaría del compromiso.

Entonces, partió de Boulogne, junto con Lambert, en marzo de
1838. Después de una travesía de varios meses por el
Atlántico, llegó a Buenos Aires, atravesó la pampa y la
cordillera, y el 17 de mayo de 1838 entró por primera vez en
territorio chileno, llegando a la Serena el día 8 de junio
del mismo año. Sus cartas del trayecto enviadas a su amigo, y
poeta Adam Mieckewicz, fueron publicadas en polaco bajo el
título de: «Viaje de cuatro meses de París a Coquimbo».

Las clases las inició en septiembre, planificando el curso en
dos años. Tras haber terminado su labor docente en Coquimbo,
entre 1840 y 1841 Domeyko realizó un viaje por tierra hasta
Santiago, conociendo en ese período los distritos de Ovalle,
Combarbalá, Illapel y Petorca; y remontó el río Maipo para
conocer el mineral de San Pedro Nolasco.

Al finalizar ese año y comenzar 1842, dirigió una expedición
a las cordilleras del Cachapoal, a través de la cual,
descubrió la riqueza del cerro El Teniente, mina explotada
hasta el día de hoy. Luego regresó a Atacama hasta 1843, para
examinar las estructuras geológicas de las cordilleras de Los
Andes y de la Costa, entre los valles de Elqui y Copiapó.

Los años que siguieron recorrió la cordillera del Limarí,
finalizando en las tierras de la Araucanía. Cuando ya pensaba
en regresar a Polonia en 1847, el gobierno chileno lo retuvo,
contratándolo como profesor de Química y Mineralogía en el
Instituto Nacional, donde inauguró el curso de mineralogía el
31 de julio de ese año.

Pero su permanencia definitiva en Chile se afianzó cuando las
autoridades le concedieron la nacionalidad por gracia, en
diciembre de 1848. A lo anterior se debe agregar que dos años
más tarde, en 1850, fecha en que Domeyko contaba con 48 años
de edad, se casó con Enriqueta Sotomayor Guzmán, de cuyo
matrimonio nacieron dos hijos varones y una mujer.

El profesor resolvió consolidar su labor docente cuando ya
tenía 50 años. A las clases por las que lo habían contratado,
agregó el curso de Física, y propuso una serie de reformas
para la enseñanza superior como delegado universitario desde
1852.

Finalmente, fue elegido miembro de la Facultad de Filosofía y
Humanidades de la Universidad de Chile en 1866 y un año
después se le nombró rector de esa casa de estudios
superiores, cargo que ejerció hasta 1883. Ese mismo año, el
Congreso Nacional, en reconocimientos de sus esfuerzos, le
concedió una renta anual vitalicia.

A raíz de sus investigaciones, los paleontólogos europeos
quedaron sorprendidos, ante el descubrimiento de la
existencia de terreno jurásico en Sudamérica. Numerosas
entidades científicas lo acogieron en su seno, obteniendo
numerosas medallas de oro en exposiciones nacionales e
internacionales y condecoraciones de países que se honraban
en otorgárselas.

Por la calidad científica de Domeyko, Claudio Gay llamó Viola
Domeykoana a una especie de violeta chilena que descubrió; el
zoólogo francés Alcide D’Orbigny bautizó Nautilus Domeykus a
un fósil de los que Domeyko envió a Europa; el famoso
mineralogista vienés Heidinger denominó Domeykit al arseniuro
de cobre, nueva especie mineral hallada por Domeyko en Chile.

Mientras que, el aporte de Domeyko al desarrollo de la
industria minera nacional, se puede dividir en tres grandes
líneas: primera, en el conocimiento geológico del territorio;
segunda, en la renovación de las técnicas de explotación; y,
tercera, para proponer nuevas leyes de fomento y estímulo
minero que le hizo al gobierno.

La validez de estas propuestas radica en que ellas se basaron
en sus continuas exploraciones y después de haber conocido en
terreno las diferentes realidades de las labores propias del
rubro.

Domeyko fue uno de los primeros en notar el problema de la
peligrosa dependencia de las fundiciones de minerales de la
leña, sobre todo en las provincias del Norte, lo que había
provocado una grave deforestación.

Para Domeyko la solución en el largo plazo era el reemplazo
de la leña por el carbón. Medidas posteriores en cuanto a la
liberación de derechos aduaneros del carbón importado, más
otras relacionadas con el cobre, tuvieron esa visión práctica
de Domeyko como sello.

Por todo lo señalado anteriormente, como por los textos y los
artículos que publicó en «El Araucano» y en los «Anales de la
Universidad de Chile» y sus investigaciones y observaciones
de nuestra riqueza minera, se le considera el «Padre de las
Ciencias Naturales en Chile».

Finalmente, Domeyko decidió visitar su Patria, y en 1884
emprendió el tan esperado viaje a su tierra. Allí estando al
pie del monumento al héroe Tadeus Kosciuszko, pronunció un
emotivo discurso lleno de amor a sus dos patrias: Polonia y
Chile. Regresó el 18 de noviembre de 1888, trayendo un
pequeño saco con tierra de su pueblo natal, que depositó en
el patio de su casa.

A pesar de que su salud estaba resentida por el largo viaje,
se ocupó, sin embargo, en clasificar las muestras minerales
destinadas a la Exposición Universal de París, falleciendo el
23 de enero de 1889, a los 87 años de edad.

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