En la ciudad peruana de Piura, nació el 27 de julio de 1834,
Miguel Grau Seminario, conocido posteriormente con el apodo
de “el caballero de los mares”. Con el grado de Almirante
combatió en la primera etapa de la Guerra del Pacífico, cuya
participación fue vital para su Patria.

Se inició en la vida de marino a los 9 años de edad, como
grumete en el buque mercante “Tescua”, al que le siguieron
otros barcos, lo que le permitió por un período de 10 años,
conocer distintas partes del mundo. A su regreso al país y
con 20 años de edad, ingresó el 14 de mayo de 1854, a la
Armada Nacional del Perú, como Guardiamarina.

En esa época alternó los buques de guerra con el comando de
barcos mercantes. Posteriormente, en 1864, con el grado de
Teniente Primero fue comisionado a Europa, para la
construcción de buques para la Escuadra peruana. A su regreso
se integró a la Escuadra binacional Chileno-Peruana, al
estallar la Guerra contra España, en los años1865 a 1866.

En estas circunstancias, se juntaron en el canal de Chayahué,
Provincia de Chiloé, Grau y Arturo Prat Chacón, en el Combate
de Abtao, el 7 de febrero de 1866, como camaradas, peleando
bajo la misma bandera, batalla que duró cerca de dos horas,
logrando que la Escuadra española se retirara al día
siguiente rumbo al norte.

Terminada la guerra, y luego de un confuso incidente político
en el Perú, Grau pidió su retiro y volvió a la Marina
Mercante. Pero, en 1868 fue llamado a reincorporarse a la
Marina de Guerra y se le nombró Comandante del Huáscar, cargo
que mantuvo hasta 1876, cuando fue elegido Diputado por
Paita.

Dos años más tarde, al anunciarse la posibilidad de una
guerra con Chile, el Presidente Prado, comprendiendo que era
el marino con más condiciones de mando, le confió la división
de acorazados, formada por el Huáscar y la Independencia,
tomando el comando efectivo del primero, dejando sus labores
en el Congreso Peruano.

Como Comandante del Huáscar tuvo su primera victoria en el
Combate Naval de Iquique, desarrollado el 21 de mayo de 1879,
donde se enfrentó con la Esmeralda, al mando de su antiguo
aliado en la Guerra contra España, el Capitán Prat, batalla
que le costó la vida a nuestro héroe nacional.

Después del combate, al efectuar el traslado de los chilenos
caídos en la cubierta del Huáscar para su sepultación en
Iquique, el jefe peruano guardó con respeto la cartera de
Prat, que contenía los retratos de su esposa e hijos, y
también su espada. Más tarde, envió estas pertenencias a la
viuda del héroe, con una carta donde elogiaba la valentía y
valor de Prat. Grau mereció por este acto de hidalguía el
aprecio general de los chilenos.

Su actuación en la Guerra del Pacífico continuó el día 26 del
mismo mes, cuando entró a Antofagasta y bombardeó el puerto;
el 28 apresó en Cobija a dos veleros; el 30 eludió la
persecución del Blanco y la Magallanes frente a Iquique. Al
mes siguiente, el 2 de junio se batió desde gran distancia
con el Blanco y nuevamente logró escapar gracias a que
aligeró el buque, botando el carbón de mala calidad y
avivando el fuego con parafina y aguarrás.

El 9 de julio apareció en Arica y persiguiendo el Abtao llegó
hasta Iquique, donde se desarrolló el combate nocturno con la
Magallanes comandada por Juan José Latorre Benavente. Una
bala chilena logró perforar el blindaje del Huáscar; en esos
momentos apareció el Cochrane y Grau alcanzó a huir. El día
22 capturó el Rímac, que transportaba al escuadrón de
Carabineros de Yungay.

Luego, el 7 de agosto eludió una nueva persecución de Juan
Williams Rebolledo, hasta ese día Comandante de la Escuadra
chilena y que se encontraba a cargo de el Cochrane; en la
noche del 24 entró al puerto de Antofagasta y se batió con el
Abtao y la Magallanes, dañando seriamente al primero de ellos
y logrando cortar el cable submarino que mantenía las
comunicaciones entre Antofagasta y Santiago.

En septiembre fue designado Latorre como Comandante del
Cochrane, el cual había sido reparado, dejándolo con un andar
igual al Huáscar; entonces el gobierno de Chile ordenó hundir
al monitor peruano a cualquier precio. Así fue que, en la
mañana del 8 de octubre de 1879 las naves peruanas se toparon
con una división de la escuadra chilena, quedando el Huáscar
entregado al ataque del Cochrane, conocido este encuentro
como el Combate Naval de Angamos, en la comuna de Mejillones,
Provincia de Antofagasta.

A las 09 horas y 35 minutos, una granada hizo explosión en la
torre de mando del Huáscar y Grau voló en pedazos. Uno tras
otro, los jefes peruanos lo sucedieron en el mando de la
nave, acorralada y bombardeada. Finalmente, Gárezon ordenó
abrir las válvulas para hundir el buque, pero fue imposible
cumplir la orden, pues los chilenos abordaron la nave.

Del cuerpo destrozado de Grau sólo se logró recobrar las
piernas y un pedazo de mandíbula, que se sepultaron en
Santiago, en el mausoleo del General Benjamín Viel, uno de
cuyos hijos estaba emparentado con Grau.

Once años más tarde, el 27 de junio de 1890, el gobierno
chileno presidido por José Manuel Balmaceda Fernández,
entregó al Perú los restos del Almirante. Actualmente sus
restos mortales yacen en la Cripta de los Héroes del
Cementerio “El Ángel” de Lima y en la Escuela Naval del Perú.

Por somosfutrono

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