La tripulación de la fragata peruana “Monteagudo”,
encontrándose en aguas chilenas, se amotinó el 1 de agosto de
1836 y decidió entregarse al Gobierno de Chile, a pesar que
su misión era derrocar al Presidente Joaquín Prieto Vial. Es
así, como, el día 4 de agosto recaló en el puerto de
Valparaíso, escoltada por el bergantín chileno «Aquiles».
La expedición a Chile, había sido organizada por el General
boliviano Andrés de Santa Cruz, quien aspiraba a reconstruir
el virreinato del Perú, para lo cual, ya contaba con Perú y
Bolivia y su objetivo siguiente era: Las Repúblicas Unidas
del Plata y Chile. Para ello siguió una política de intrigas,
fomentando el descontento en los gobiernos vecinos.
Para lograr su plan, Santa Cruz decidió iniciar una
revolución en Chile, partiendo desde Chiloé al norte del
territorio nacional. Entonces, convenció al General Ramón
Freire Serrano, quien se encontraba desterrado en Perú y era
contrario al gobierno chileno de Prieto, para que asumiera el
mando de esta expedición.
Con este objetivo, Freire zarpó del puerto de El Callao el 7
de julio de 1836, con la fragata «Monteagudo» y el bergantín
«Orbegoso». Pero la primera quedó rezagada durante la
travesía y el General Freire recaló en Ancud con el
«Orbegoso», el 4 de agosto, donde logró sublevar a la
población isleña contra el gobierno de Prieto.
Sin embargo, el no arribo de la fragata «Monteagudo», que
transportaba armamento, impedía reclutar la necesaria tropa,
para proyectar la revolución hacia el norte del país. La
fragata que Freire y sus hombres estaban esperando, en esos
momentos ya se encontraba en poder del Gobierno chileno.
Mientras tanto, el Ministro Diego Portales Palazuelos, había
decidido la ejecución de dos operaciones simultáneas de
audacia insospechada. En la primera, el bergantín «Aquiles» y
la goleta «Colo Colo», al mando del Coronel Victorino Garrido
y únicas embarcaciones de nuestra Escuadra Nacional, zarparon
desde Valparaíso el 13 de agosto con destino a El Callao, con
el fin de capturar la escuadra enemiga en su base principal.
Y, simultáneamente, zarpó la fragata «Monteagudo» con
pabellón peruano, pero tripulada con marinos chilenos, en
demanda de Chiloé, con la misión de neutralizar la expedición
revolucionaria enemiga. Así fue que, una semana más tarde, la
«Monteagudo» recaló en Ancud.
En esos momentos las fuerzas revolucionarias enemigas
celebraron el arribo de la fragata con grandes festejos y
alcohol, pues su llegada les permitía continuar con la
revolución hacia el norte. Entonces, el Comandante, Teniente
Primero de Marina, Manuel Díaz pasó con su buque frente a los
fuertes enemigos, con la tripulación aclamando al General
Freire a viva voz.
Pero a medianoche, la tripulación chilena, asaltó y capturó
al bergantín «Orbegoso» y desembarcó un destacamento de
soldados de marina, que sin mayores dificultades se tomaron
los principales fuertes que dominaban Ancud. En la mañana del
29 de agosto, las fuerzas chilenas controlaban todas las
posiciones necesarias para someter a la ciudad.
A su vez, el General Freire fue arrestado y conducido a
Santiago para ser sometido a juicio. El Consejo de Guerra lo
sentenció a muerte, pero la Corte Marcial revocó la sentencia
y lo condenó a diez años de destierro en la Isla Juan
Fernández, representando para Freire su tercer exilio.
De esta manera, la Armada enemiga debió restar una segunda
unidad naval de sus efectivos y la Marina chilena contaba con
la capacidad de operar en el ejercicio del dominio del mar
para que la Nación pudiese lograr la proyección de su poder,
en la neutralización de la amenaza existente.
Sin embargo, el hostigamiento de Santa Cruz continuó y a
fines de ese año, el 28 de diciembre de 1836, estalló la
Guerra contra la Confederación Perú-boliviana. Se ha
sostenido sin confirmación, que las conspiraciones de Santa
Cruz a través de las infiltraciones en Chile dieron como
resultado el Motín de Quillota y como consecuencia el
asesinato de Portales el 6 de junio de 1837.