En Molina, cerca de Curicó, nació el 5 de agosto de 1866, uno
de los héroes del Combate de La Concepción Luis Cruz
Martínez, en el Convento del Rosario, donde su madre Martina
Martínez, se desempeñaba como llavera y lavandera del colegio
de las Monjas de la Buena Esperanza.

Dos días después fue bautizado en la Iglesia Parroquial
molinense de Nuestra Señora del Tránsito y sus padrinos
fueron José Tomás Enrique y Cruz Jerez. El nombre «Cruz», de
uso común en la época, fue agregado al de Luis por su madre a
comienzos de 1879. Lo anterior, en recuerdo de su madrina.

Cruz estudió en su villa natal y cursó las humanidades en
Curicó. Al momento de estallar la Guerra del Pacífico, se
encontraba en el segundo año de humanidades. Una vez
terminado el curso, en 1880, se alistó en el Regimiento
Curicó, bajo el mando del Capitán Anselmo Blanlot.

Antes de cumplir 14 años de edad, el 5 de abril de 1880,
ostentaba el grado de Cabo Primero, y cinco meses más tarde
ascendió a Sargento Segundo. Tuvo su bautismo de fuego, en el
combate nocturno de la quebrada El Manzano, entre el 27 y 28
de diciembre de 1880.

El «Sargento Tachuela», como lo llamaban cordialmente sus
camaradas curicanos, por sus cortos años y pequeña estatura,
se batió esa noche denodadamente contra los jinetes de la
Décimo Primera Brigada de Caballería peruana. Diez días más
tarde, se enfrentó por segunda vez en una acción de guerra,
en enero de 1881, en la batalla de Chorrillos.

Con la toma de Lima, Cruz, como muchos otros, creyó que la
guerra había terminado y que pronto se firmaría la paz. Así,
en una carta, escribió al final: «Dentro de algunos 15 días
volveremos a Chile; a nuestra amada Patria. Mis pensamientos
son de entrar al Liceo y seguir mis estudios…»

En el mes de mayo, encontrándose en Lima, Cruz recibió el
merecido ascenso a «Subteniente Provisorio». Al año
siguiente, en enero de 1882, fue destinado al Batallón
Chacabuco, Sexto de Línea y en marzo del mismo año, se le
extendió el nombramiento de Subteniente efectivo del
Ejército.

Luego fue destinado al Cuarto de Línea, que se encontraba
acantonada en el pueblo de La Concepción ese mes de julio de
1882. La ocupación del pueblo de La Concepción por parte de
la Primera División del Ejército al mando del Coronel
Estanislao del Canto Arteaga debía hacerse efectiva a partir
del 9 de julio, pero la marcha tuvo que postergarse un día.
De esta manera, el poblado quedó solamente resguardado por
setenta y siete soldados de la Cuarta Compañía del Regimiento
Chacabuco, entre ellos Luis Cruz Martínez.

La primera columna peruana atacó el 9 de julio al mando del
Coronel Juan Gastó, y de inmediato los oficiales chilenos
organizaron la resistencia. La defensa se prolongó por varias
horas sin avance de ninguna de las dos partes.

Los soldados chilenos al mando del Capitán Ignacio Carrera
Pinto, nieto del independentista José Miguel Carrera Verdugo,
se replegaron hacia el cuartel y desde allí alejaban a los
peruanos que intentaban ingresar para quemar el techo del
edificio. A la media noche cayó el Capitán Carrera. Al
amanecer del 10, le siguieron los Subtenientes Julio Montt
Salamanca y Arturo Pérez Canto.

Quedaba sólo el Subteniente Luis Cruz Martínez con cuatro
soldados, según relató al Coronel Del Canto un español que
presenció el combate.

En el parte del Coronel Del Canto escribió: «Como a las nueve
de la mañana del día 10 de julio, no quedaba sino el
Subteniente Cruz y cuatro soldados que defendieron la entrada
al recinto del ya quemado cuartel. Se notó a esa hora que ya
habían agotado todas sus municiones, porque no hacían ningún
disparo, y entonces los peruanos que los conocían gritaron:
“¡Subteniente Cruz, ríndase hijito, no tiene para que morir!”
A lo que él contestó: “¡Los chilenos no se rinden jamás!”. Y
volviéndose a su tropa les preguntaba: “¿No es verdad
muchachos?”. Los soldados respondieron afirmativamente, poco
antes de la carga final de las tropas enemigas.

Para corroborar que lo vociferado era cierto, se abalanzó al
centro de la plaza, en un inaudito asalto. Allí cayó el joven
oficial del Chacabuco junto a sus hombres. Los corazones de
los oficiales que rindieron la vida el 10 de julio de 1882,
fueron conducidos desde La Concepción a Lima, por cuatro
camaradas de grado.

El del Capitán Carrera por el Capitán Ayudante del Chacabuco,
Arturo Salcedo; el del Subteniente Montt, por el Subteniente
Luis Molina; el del Subteniente Pérez, por el Subteniente
Arturo Echeverría Montes y el del Subteniente Cruz Martínez,
por el Subteniente Alejandro Villalobos.

Veintinueve años más tarde, el 9 de julio de 1911 los
corazones fueron depositados en la Iglesia Catedral de
Santiago, donde permanecen en una sobria cripta de mármol.

Al año siguiente, en 1912, fue inaugurado en Curicó un
monumento a Luis Cruz Martínez. Entre los asistentes al acto,
había una dama octogenaria, era Martina Martínez, quien
siguió las alternativas del homenaje a su querido hijo Luis
con evidente gratitud.

El Intendente de la Región, Arturo Balmaceda, al referirse en
su alocución al último oficial de La Concepción, definió a
Cruz, como el «Héroe Ciudadano».

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