En la ciudad de Chillán, nació el 6 de agosto de 1779, el
abogado, doctor en cánones y leyes, José Antonio Rodríguez
Aldea. En su vida se caracterizó por cambiar de una ideología
que simpatizaba con los realistas a una posición
o’higginista.

Sus primeros estudios los realizó en su ciudad natal, los que
continuó en Concepción. Luego, fue enviado a Lima, donde se
graduó de abogado ante la Real Audiencia, y de doctor en
cánones y leyes en la Universidad de San Marcos de esa
ciudad. Posteriormente, ejerció como Notario Mayor de la
curia eclesiástica de la Arquidiócesis del Perú y Auditor de
Guerra del Ejército realista.

A los 34 años de edad, en 1813, regresó a Chile junto a las
tropas del General realista Gabino Gaínza, manteniendo el
cargo de Auditor de Guerra, hasta que fue nombrado fiscal de
la Real Audiencia, a principios de 1815. Como tal, le
correspondió intervenir en los juicios de infidencia que se
le realizaron a los patriotas revolucionarios, destacándose
por su estricto apego a la ley y a los procedimientos
procesales vigentes.

Pero a fines de 1915, fue nombrado el nuevo Gobernador de
Chile, Francisco Casimiro Marcó del Pont, quien implementó
una política represiva, llegando a producir crueldades, lo
que trajo como consecuencia, un malestar tanto de los
españoles como de los criollos.

Entonces, Rodríguez con su característico apego a la ley,
trató de aliviar la suerte de los patriotas, lo que le valió
un castigo por parte del Gobernador. Esto, junto con el
malestar nacional determinó que José Antonio dejara de
simpatizar con los realistas. Por esta razón, luego del
triunfo de los patriotas en la Batalla de Chacabuco en
febrero de 1817, fue analizado su comportamiento, y se le
permitió permanecer en el país.

Una vez terminada la Guerra de la Independencia, se dedicó
por completo al ejercicio de su profesión, pero en mayo de
1820, el Director Supremo Bernardo O’Higgins Riquelme, lo
nombró interinamente como Ministro de Hacienda, cargo que
luego en junio del mismo año, ejerció como titular.

Su labor fue compleja y delicada, ya que la guerra había
agotado los fondos públicos y provocado un desorden general
en la administración económica y fiscal. Rodríguez debió
reorganizar la Contaduría Mayor y las Aduanas. Su trabajo fue
bien conceptuado y pronto se le encargó la redacción de un
nuevo texto constitucional, la Constitución de 1822.

Pero al año siguiente, en 1823, tras la abdicación de
O’Higgins, Rodríguez fue acusado de haber intervenido en
contrabando. Entonces, fue apresado, juzgado y exiliado al
Perú, desde donde se le permitió regresar en 1827.

Una vez en el país, fue elegido Senador por Concepción en
1829, uniéndose a los sectores políticamente más
conservadores. Ello le valió, tras el triunfo de la
revolución encabezada por José Joaquín Prieto Vial, conocida
como la Guerra Civil 1929 a 1830, ser vicepresidente y luego
presidente del Congreso de Plenipotenciarios.

A su vez, salió nuevamente elegido como representante por
Concepción en 1830, pero esta vez como Diputado para la
Asamblea Constituyente en la que se redactó el texto
constitucional de 1833, pero diversas discrepancias con el
Ministro Diego Portales Palazuelos lo obligaron a
renunciar.

Entonces, se retiró de la vida política, falleciendo unos
años después, el 3 de junio de 1841, a los 62 años de edad.

Por somosfutrono

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