En la ciudad de Lima, nació el 1 de septiembre de 1785, José
Gil de Castro, conocido como “El Mulato Gil”;
correspondiéndole el honor de ser el primer pintor que merece
ser mencionado en la historia de la pintura chilena y, dentro
de ella, en el grupo de los precursores. Se estima que
residió en nuestro país, por lo menos, de 1814 a 1822.
El mulato Gil puso en sus obras el espíritu independentista
que existía en la época, con un estilo neoclásico el que
preponderaba en Europa, por lo que se le considera un artista
de transición entre su estilo y el antiguo método colonial
que imperaba en éstas.
Fue el retratista de la aristocracia y de los próceres de la
independencia, dejándonos un testimonio visual de la
apariencia física de importantes personalidades nacionales,
lo que constituye un valioso testimonio histórico,
incursionando también en la pintura religiosa.
Entre sus obras podemos encontrar los retratos de: El General
José de San Martín, la señora Isabel Riquelme, del Capitán
General Bernardo O’Higgins, del Coronel General Ramón Freire,
de la señorita Francisca Izquierdo Jaraquemada, del doctor
Hipólito de Villegas y Fernández, de la Virgen del Carmen y
muchos otros, como antes había pintado al monarca español y
alguno de sus adeptos criollos.
El pintor en forma recurrente exploró en la representación de
personajes uniformados, como es el caso de su obra “Retrato
de Don Bernardo O’Higgins”. Para Gil el uniforme le daba la
posibilidad de trabajar en tonos y superficies distintos y
con mayor riqueza que los trajes habituales. Adicionalmente,
e influenciado por la tendencia europea, ponía gran énfasis
en las escenas secundarias como es el caso de este “Retrato”
y el efecto dramático logrado en las montañas.
De este pintor de humilde origen y mestizo se conoce su gran
obra, pero pocos son los antecedentes personales que de él se
tienen, probablemente por las costumbres de la época, pues
los artistas permanecían al límite del anonimato.
Se presume que inició su formación artística a los 11 años de
edad en el taller del pintor sevillano José del Pozo, hacia
1796, otros dicen que fue en el taller de Julián Jayo y
además que habría tenido contacto con la obra José Legarda.
También se le relaciona al retratista José Díaz.
La llegada a Chile se estima que fue a principios del siglo
XIX, alrededor de 1810 y se abría instalado con su taller
cerca del Cerro Santa Lucía, donde recibía a numerosos
clientes y efectuaba sesiones de modelado. Comenzó una
importante etapa de su vida donde combinaba la vida militar y
la de artista.
En 1816 ya había sido nombrado Maestro Mayor del Gremio de
Pintores. Al año siguiente contrajo matrimonio en la
Parroquia del Sagrario de Santiago, con la española María
Concepción Martínez.
Durante su permanencia en Chile prestó servicios en el
ejército, obteniendo diversos nombramientos militares, entre
ellos el de Capitán de Ingenieros de Chile y Perú, Capitán de
Fusileros del Batallón de Infantes de la Patria y la Orden al
Mérito de Chile.
A esto se debe agregar que en 1820 O’Higgins lo nombró
Segundo Cosmógrafo y miembro de la mesa topográfica y
Proto-Antigrafista del Supremo Director, pomposo título con
que firmó alguna de sus telas.
De acuerdo a las fechas de sus cuadros, el pintor permaneció
en Chile hasta 1825, ya que a partir de ese año solo se
conocen obras firmadas en Lima que corresponden a retratos de
las damas más importantes y elegantes de la sociedad peruana.
En su país fue nombrado Pintor de Cámara del gobierno
peruano. Se estima que Gil, hijo de esclavos nacido libre,
murió en Lima en 1848 a los 63 años de edad.