En la ciudad de Santiago falleció el 7 de septiembre de 1851
la patriota Paula Jaraquemada Alquízar, a los 83 años de
edad, quien se distinguió desde su niñez por su amor a la
caridad y luego por su carácter decidido e imperioso en la
época de la Independencia de Chile, especialmente en la
“Patria Nueva”.

Paula nació en Santiago el 18 de junio de 1768 y su vida
continuó como la de todas las mujeres miembros de la
aristocracia de esa época, teniendo su primera participación
por la causa, al finalizar la “Patria Vieja”, luego del
Desastre de Rancagua, en octubre de 1814.

En esa ocasión, acogió en su hacienda al General Bernardo
O’Higgins Riquelme, quien al mando de «120 soldados», buscaba
una salida para exiliarse en la ciudad de Mendoza. Entonces,
luego de pasar por Alto Jahuel, los patriotas llegaron a la
hacienda de Paine de doña Paula y esta mujer les proporcionó
las bodegas para que se escondieran los hombres de O’Higgins.
Cuenta la historia que a partir de este hecho, nació el
conocido vino «120 de Santa Rita».

Pero su figuración pública se debe a la actitud tomada
durante la Patria Nueva, cuando al enterarse de los
desastrosos resultados de la batalla de Sorpresa de Cancha y
Rayada en marzo de 1818, organizó militarmente a los
inquilinos de su hacienda y poniendo a su hijo al frente,
ofreció estas fuerzas al General José de San Martín
Matorras.

Adicionalmente, proporcionó otros elementos que eran
necesarios, tales como caballos, alimentos y pertrechos. Su
hacienda se transformó además en hospital, pues allí fueron
remitidos los heridos en Cancha Rayada, y también sirvió de
Cuartel General para San Martín. La fama de Paula recorrió
pronto todo Chile.

El carácter de doña Paula quedó demostrado también, en una de
las incursiones que realizaron los realistas en busca de
alimentos para su ejército, cuando llegaron a su casa
exigiéndole la entrega de las llaves de la bodega, a lo que
la mujer se negó. En represalia el oficial ordenó quemar la
casa, pero Paula se adelantó e hizo rodar el brasero en su
propia casa, y dijo: «Allí tenéis fuego». Nuevamente
impresionado, el oficial, sin saber cómo proceder, se marchó
con sus soldados sin hacer ningún daño.

En parte gracias a la ayuda prestada por doña Paula, San
Martín reunió sus fuerzas dispersas y salió victorioso en la
Batalla en Maipú, el 5 de abril de 1818, sellándose
definitivamente la libertad de Chile.

Concluida la guerra doña Paula se dedicó a obras de caridad y
misericordia, sobre todo en las cárceles, a las cuales tenía
acceso especial. Se cuenta que en una oportunidad llegó a
salvar del cadalso a una mujer conocida como «la Caroca»,
condenada a la pena de muerte por sus crímenes.

Sus grandes virtudes cívicas han sido recordadas por los
poetas e historiadores y presentadas como enseñanzas
perdurables a las nuevas generaciones. También supo inculcar
en sus hijos las mismas virtudes que la caracterizaron.

Por somosfutrono

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