En la ciudad de Santiago nació el 21 de octubre de 1852 el
bibliógrafo y archivista de Chile, José Toribio Medina
Zabala, quién posteriormente, en 1925, donó su biblioteca de
estudio al Gobierno de Chile, la que fue instalada en una
sala especial de la Biblioteca Nacional, que hasta hoy lleva
su nombre como “Biblioteca Americana José Toribio Medina”.
Ésta se componía de 60 mil impresos, mil 668 manuscritos
originales, y 8 mil 659 documentos transcritos.

Medina a los tres años se fue a vivir a Talca con sus padres,
y en esta ciudad realizó sus primeros estudios. Luego, a los
13 años de edad, regresó a Santiago, donde ingresó como
alumno de tercer año al Instituto Nacional, dirigido por
Diego Barros Arana. Se graduó en 1869 con premios en Latín y
Literatura. Sus estudios superiores los realizó en la
Universidad de Chile, graduándose de abogado a los 20 años de
edad, en marzo de 1873.

Al año siguiente fue nombrado secretario de la legación de
Chile en Lima. En esa ciudad descubrió su vocación de
investigador de archivos y asumió la tarea de reunir y
publicar los documentos antiguos relacionados con la historia
de Chile, haciendo su aporte a la labor que había iniciado
Urzúa en 1861.

En 1875 publicó en Lima su primer volumen de historia
documental: el manuscrito del siglo XVII, “Memorias del Reino
de Chile y de don Francisco Meneses”, escrito por fray Juan
de Jesús María.

Al año siguiente se trasladó a Estados Unidos y de ahí a
Europa, donde conoció diversos archivos y técnicas
bibliográficas. Al regresar a Chile, en 1877 publicó un
volumen de mil 300 páginas titulado “Historia de la
Literatura Colonial de Chile”.

Pero al estallar la Guerra del Pacífico en 1879, se alistó en
el Ejército y fue destinado a Iquique como auditor de guerra,
cargo que desempeñó hasta noviembre de 1880. Luego en 1881,
Medina fue nombrado juez de Letras en esa ciudad, debiendo
recorrer la región, donde encontró los restos de un
megaterio, animal prehistórico, que le entregó al biólogo
alemán Rodulfo Amando Philippi Krumwide.

Philippi, quien había sido contratado por el gobierno chileno
en 1852, al díptero desconocido lo bautizó como Congrophora
Medinae en honor a Medina, su descubridor.

Enseguida Mediana viajó al sur, donde hizo una detenida
visita a la Araucanía, estudiando a sus habitantes. Esta
investigación dio origen al libro “Los Aborígenes de
Chile”.

Al regresar a Santiago, en 1883 se le comisionó para que
organizara un índice de los archivos de la Capitanía General
de Chile, guardados en el Ministerio del Interior desde la
Colonia. Allí organizó, reunió y publicó 18 mil 216
documentos al año siguiente.

Ese mismo año, en 1884, Medina fue designado secretario de la
legación chilena en España. Una vez establecido en Madrid
trabajó en la Biblioteca Nacional, en la Biblioteca del
Palacio Real, en el Archivo Histórico Nacional, y en las
bibliotecas de los Ministerios de Marina y Guerra, en el
archivo Hidrográfico, en las reales Academias de la Lengua y
de la Historia, en conventos y en órdenes militares.

A su regreso en 1887, publicó la “Historia del Tribunal del
Santo Oficio de la de la Inquisición en Lima”, obra por la
cual fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia
de la Historia de España.

Al año siguiente, instaló un taller de imprenta que llamó
Ercilla, donde trabajó con un equipo de tipógrafos. De este
modo se le facilitó el problema de impresión de sus propios
libros. Su primer trabajo con esta imprenta fue la obra
“Biblioteca Americana” en 1888, un catálogo de 2 mil 928
títulos sobre Latinoamérica y Filipinas. Más tarde, publicó
las “Cosas de la Colonia”, “Mapoteca Chilena e Historia del
Tribunal del Santo Oficio en Chile”, y “La Imprenta en
Santiago”.

Al estallar la Guerra Civil de 1891, Medina perdió el apoyo
gubernamental. Entonces, fue perseguido por apoyar y
participar del régimen del Presidente José Manuel Balmaceda
Fernández, debido a su cargo de Regidor de Santiago, y además
se le acusó de que el gobierno ocupaba su imprenta para
publicar folletos políticos.

Por lo señalado anteriormente se exilió en Argentina, donde
se desempeñó como director del Museo de la Plata, en Buenos
Aires. En agosto de 1892 publicó la obra: “Historia y
Bibliografía de la Imprenta en el Antiguo Virreinato del Río
de la Plata”.

Medina regresó a Chile a los 43 años de edad, en 1895,
comenzando su etapa más productiva, contando para ello con la
colaboración de su esposa. En su nueva imprenta traída de
España, llamada “Editorial Elzeviriana”, escribió y editó,
mientras su esposa corregía las pruebas. Fueron en total casi
73 libros y folletos, 7 reimpresiones o reediciones de obras
suyas, destacándose en 1897 la publicación de la “Biblioteca
Hispano Chilena”.

En noviembre de 1897 fue elegido miembro académico de la
Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la Universidad
de Chile, ocupando la primera cátedra de Historia Documental
Americana y Chilena en 1899.

En 1902, Medina viajó nuevamente a España, cuyas arcas y
archivos recorrió detenidamente, visitando también
bibliotecas y archivos de otros países de Europa. A su vuelta
publicó entre otras obras su “Diccionario Bibliográfico
Colonial de Chile”, “Cervantes en las Letras Chilenas”,
“Historia de la Universidad de San Felipe”, “Diccionario de
Anónimos y Seudónimos”, “Hispanoamericanos” y “Cartas de
Pedro de Valdivia”.

En resumen, entre 1904 y 1912 publicó 59 libros y folletos, y
14 artículos, además de inventarios y reediciones de sus
libros. Entre ellos, sobresalió “La Imprenta en México 1539 –
1821”.

Siguió trabajando hasta 1925, cuando donó parte de su
patrimonio a la Biblioteca Nacional, falleciendo cinco años
más tarde, el 11 de diciembre de 1930, a los 78 años de edad.

Por somosfutrono

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