En la ciudad de Santiago falleció el 28 de abril de 1960, el
General que alcanzó dos veces el Sillón Presidencial en el
siglo XX, Carlos Ibáñez del Campo, a los 82 años de edad.
Estuvo al mando de la Nación en los períodos: 1927 a 1931 y
luego de 1952 a 1958. A la fecha de su muerte estaba
postulando a la senaturía de Tarapacá.

Ibáñez que marcó la historia de nuestro país, por su activa
participación en la política, nació en Linares el 3 de
noviembre de 1877. Luego de estudiar la enseñanza básica y
media en su ciudad natal, ingresó como Cadete a la Escuela
Militar a los 21 años de edad.

Cinco años más tarde, en 1903 y ostentando el grado de
Teniente, fue destinado en comisión a la República de El
Salvador, en cuyo ejército se desempeñó como instructor.
Allí, participó sin la autorización del Gobierno de Chile, en
la Guerra de El Salvador contra la dictadura de Estrada
Cabrera, de Guatemala.

Su actuación victoriosa en la Batalla de El Platanar o Las
Escobas, provocó un desborde de entusiasmo patriótico en El
Salvador, por lo que Ibáñez fue incluido en las celebraciones
y el Senado de ese país lo ascendió a Teniente Coronel. En
esos años se casó con la salvadoreña Rosita Quiroz, de cuyo
matrimonio nacieron dos hijos.

Dos años más tarde, en 1909, Ibáñez regresó a Chile
acompañado de su señora e hija recién nacida. Pero nueve años
más tarde Rosita falleció como consecuencia de una
tuberculosis pulmonar. Entonces el Capitán debió enfrentar la
difícil tarea de educar a sus dos hijos de corta edad.

Mientras tanto, Ibáñez continuó con su carrera militar,
asumiendo la dirección de la Escuela de Carabineros y como
discípulo del General prusiano Emilio Köener Henze,
reorganizador del Ejército chileno, aplicó una doctrina de
férrea disciplina, sentido de organización y severo
cumplimiento del deber.

En 1919 fue designado Prefecto de Policía de Tarapacá, donde
vivió las candentes elecciones presidenciales de 1920, en las
que triunfó Arturo Alessandri Palma. Su labor en ese acto
cívico le significó el reconocimiento de todos los sectores
de la comunidad local y nacional.

El recién elegido Presidente lo nombró director de la Escuela
de Caballería, uno de los más ambicionados cargos en el
Ejército. En el ejercicio de su nuevo cargo, surgieron las
quejas castrenses en torno a los malos sueldos y
jubilaciones, el mal equipamiento, los recursos insuficientes
para la conscripción y la falta de movilidad al interior del
Ejército.

El sector opositor al Gobierno había logrado bloquear la
promulgación de varias leyes, algunas que afectaban
directamente la situación de los militares. Entonces, la
oficialidad formó el Comité Militar, liderado por Ibáñez,
quienes resolvieron asistir a las sesiones del Senado para
manifestar su desagrado. Como el Ministro de Defensa les
solicitó que se retiraran, los militares hicieron notar su
malestar. A este movimiento se le llamó “Ruido de Sables”.

Después de este episodio, tomó parte importante y directiva
en los movimientos militares del 5 de septiembre de 1924 y 23
de enero de 1925. En el segundo de estos pronunciamientos,
tuvo por objetivo llamar de nuevo al país al Presidente
Alessandri. Luego Ibáñez ocupó la cartera de Guerra, actual
Ministerio de Defensa, y fue ascendido a Coronel.

Durante su mando, aumentó los sueldos y dotaciones, implantó
el sistema de viáticos, creó la Brigada de Ferrocarriles,
reestructuró la Escuela de Carabineros, organizó una nueva
Brigada en Santiago y fundó el Regimiento de Aduanas. En
diciembre de ese año, 1925, asumió el nuevo Presidente,
Emiliano Figueroa Larraín, e Ibáñez integró de nuevo el
gabinete como Ministro de Guerra, pasando a ser el verdadero
poder.

Un año más tarde, en febrero de 1927, Ibáñez fue nombrado
Ministro del Interior, asumiendo en abril del mismo año la
Vicepresidencia de La República, tras la renuncia del
Presidente. En ese escenario materializó su antigua y
visionaria aspiración, y el 27 de abril del mismo año,
refundió todos los servicios policiales en una sola
institución, Carabineros de Chile.

Paralelamente, convocó a elecciones presidenciales y levantó
su candidatura, dirigiendo un manifiesto en el que expresó su
voluntad de continuar el desarrollo del “programa de gobierno
que inspiró la revolución de 1924”. Fue el único candidato,
por lo que obtuvo el 98 por ciento de los votos, asumiendo la
presidencia el 21 de julio de 1927.

En diciembre del mismo año, el entonces General y Presidente,
contrajo segundas nupcias con Graciela Letelier Velasco,
quien le sobrevivió y con la cual tuvo cuatro hijos;
Margarita, Ricardo, Nieves y Gloria.

Su gobierno se caracterizó por un marcado sello autoritario,
que se ha llamado la “dictadura de Ibáñez”, ya que fueron
numerosos los políticos enemigos suyos que fueron
encarcelados o deportados, y fueron continuos los atropellos
a la Constitución, a las leyes y al Poder Judicial.

Sin embargo, son reconocidas sus macizas realizaciones, entre
las cuales destacan las de orden social, de modernización del
aparato estatal y de impulso a la economía nacional. Entre
sus obras se pueden mencionar:

– División territorial, en 16 Provincias.
– Creación de la Contraloría General de la República,
Inspección General del Trabajo, Dirección General de
Aprovisionamiento del Estado, Instituto de Crédito Popular, y
la Junta de Exportación Agrícola.
– Fundación de la Fuerza Aérea, Escuela de Grumetes y la
Línea Aérea Nacional.
– Se estableció el Código del Trabajo, el Estatuto
Administrativo, y el Estatuto de la Universidad de Chile.
– Se dio cumplimiento al el Tratado de Paz y Amistad de 1904,
entregando el tramo boliviano del ferrocarril Arica – La
Paz.
– Se firmó el Tratado de Ancón, que puso término a la disputa
sobre Tacna y Arica.

Pero la crisis mundial de fines de la década de los 20,
golpeó también a Chile, trayendo un descontento en la
ciudadanía, razón por la cual, en 1930 nombró a gente de su
confianza como Congresistas, en lo que se conoce como
«Congreso Termal»; ya que, fue precisamente en las Termas de
Chillán que se analizaron las designaciones.

Sin embargo, su Gobierno no logró salvar la crisis económica
mundial iniciada en octubre de 1929, que hizo perder valor al
salitre en forma definitiva, mientras que al cobre en forma
transitoria y la población le mostró cada vez con mayor
fuerza su malestar.

Los estudiantes de la Universidad de Chile se declararon en
huelga tomándose la Casa Central de esta. A su vez, los
estudiantes de la Universidad Católica adhirieron a este
movimiento y hubo enfrentamientos armados. Una huelga general
vino a agravar la situación. Por primera vez en Chile, se
observaron barricadas en las calles y góndolas apedreadas.

Viendo la seriedad de los hechos, Ibáñez dimitió el 26 de
julio de 1931 y partió al exilio a Argentina. Algún tiempo
después trató de ingresar al país, lo que hizo con el nombre
de Domingo Aránguiz, para participar en una conspiración,
pero fue descubierta y se le devolvió al destierro.

Luego de la salida de Ibáñez del Gobierno, vino en Chile un
año de inestabilidad política, enseguida el segundo gobierno
democrático de Arturo Alessandri Palma, al que le siguieron
los tres gobiernos radicales, de Pedro Aguirre Cerda, Juan
Antonio Ríos Morales y Gabriel González Videla.

En ese período la política partidista terminó haciendo
crisis, pues la gente veía alianzas temporales entre partidos
sólo con fines electorales, y en general a los políticos sin
consistencia entre lo que decían y lo que hacían. Mientras
tanto, el General regresó de nuevo a Chile, ejerciendo un
fuerte liderazgo político, el cual, en 1948, lo llevó al
Senado, en representación de Santiago.

Cuatro años después se presentó como candidato a la
presidencia, donde su principal oponente, entre varios
candidatos, fue el destacado hombre público Arturo Matte
Larraín, yerno de Alessandri Palma. En la campaña electoral,
Ibáñez usó como símbolo una “escoba”, para señalar que
barrería a los políticos tradicionales.

El 4 de noviembre de 1952, Ibáñez regresó a La Moneda,
después de una elección legítimamente ganada, con un 46,8 por
ciento del apoyo de sectores muy heterogéneos. Para muchos
era una esperanza, ya que por ser independiente se creía que
podría acabar con las luchas entre partidos, las cuales eran
vistas por la gente como algo inútil.

Aunque el voto femenino le garantizó una mayoría absoluta en
las votaciones; no logró tener un Congreso que lo apoyara, si
no que por el contrario le fue hostil. A su Gobierno le
correspondió proseguir la obra de industrialización, dando
preferencia a la política agraria.

A pesar de contar con esta fuerte oposición, bajo su Gobierno
se crearon importantes instituciones fiscales, tales como el
Banco del Estado de Chile, actual BancoEstado, la Corporación
de la Vivienda, el Instituto de Seguros del Estado, la
Superintendencia de Educación, y se estableció el
Departamento del Cobre.

Adicionalmente, se creó la Fundición de Ventanas, se instauró
la asignación familiar y el salario mínimo campesino, y se
estableció la Central Única de Trabajadores (CUT), presidida
por Clotario Blest Riffo. También se aprobó la cédula única
de votación y el cierre de las secretarías electorales 48
horas antes de las elecciones. Esta ley fue un importante
avance contra el cohecho.

Con la experiencia de su anterior período en el poder,
contrató a una experta consultora norteamericana, para
estabilizar y manejar la economía, a quienes se les llamó la
Misión Klein-Sacks. Esta hizo una serie de propuestas de
orientación liberal, por lo que contó con el respaldo de la
derecha. Sin embargo, la gran mayoría de las recomendaciones
no pudieron ser puestas en práctica, lo que trajo una
reducción en la producción y un aumento en la cesantía.

A fines del gobierno de Ibáñez las violentas protestas
caracterizaron a las principales ciudades del país. La
cesantía urbana era creciente, y la población era exaltada
por todos los partidos políticos de oposición. El blanco
principal eran las industrias transnacionales, por ejemplo
Ford Motors Company, a quienes se acusaba de enriquecerse a
costa de los chilenos.

En noviembre de 1958 el Presidente, de 81 años, terminó su
mandato constitucional en medio de pifias, gestos y palabras
de desaprobación. Cuando salía del Congreso, luego de
entregar el poder a Jorge Alessandri Rodríguez, le dijo a su
esposa: «¡por fin se acabó!».

Ibáñez, que en su larga vida política y profesional, fue
objeto de entusiastas aplausos como de ácidas críticas,
falleció antes de los dos años de haber dejado el Sillón
Presidencial, a los 82 años de edad.

Por somosfutrono

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