A pocas cuadras del Cerro Barón ubicado en Valparaíso fue
fusilado el 6 de junio de 1837, el Bi-Ministro Diego Portales
Palazuelos, a los 44 años de edad. Ejerció sus cargos sin
recibir remuneración alguna, empleando su propia fortuna,
tanto para desempeñar sus funciones públicas, como para
sobrevivir.

A principios de la guerra contra la Confederación
Perú-Boliviana, el Ministro Portales se dirigió a Quillota,
para revisar las tropas acantonadas en esa plaza. En esas
circunstancias fue rodeado y tomado prisionero por las
compañías del Regimiento Maipo, hecho conocido por la
historia como el Motín de Quillota del 3 de junio de 1837.

Las tropas sublevadas, comandadas por el Coronel José Antonio
Vidaurre Garretón, se dirigieron a Valparaíso, llevando a
Portales engrillado y custodiado por el Capitán Santiago
Florín Palma. Los amotinados fueron enfrentados por el
General Manuel Blanco Encalada en el Cerro Barón, el día 6 de
junio.

Entonces, al sentir los disparos, el Capitán Florín que iba a
la retaguardia a cargo de Portales, lo hizo hincar, y ordenó
a sus soldados abrir fuego sobre él. Al día siguiente, se
había contenido el motín y las fuerzas del Maipo se
pronunciaron en franca derrota.

Portales nació en Santiago el 15 de junio de 1793. Su padre
tomó parte activa en el movimiento revolucionario iniciado en
1810, ocupando varios puestos de importancia en el Congreso y
en algunas de las juntas gubernativas. Mientras que su madre
fue una mujer decidida y audaz, que se dio a conocer cuando
su esposo se encontraba en prisión y solicitó públicamente
ayuda para mantener a sus 23 hijos.

Diego estudió en el Colegio Carolino y luego se cambió al
Instituto Nacional en 1813, cuando éste abrió sus puertas por
primera vez, siendo uno de sus alumnos fundadores; permaneció
en él hasta su clausura en octubre de 1814. Posteriormente,
estudió un año leyes, que dejó para dedicarse a la
«docimacia», es decir, el arte de ensayar los minerales; se
recibió como ensayador en 1817 para trabajar en La Casa de
Moneda.

A los 26 años de edad, en 1819, Portales contrajo matrimonio
con su prima Josefa Portales Larraín, quien murió a los dos
años, al igual que las dos hijas del matrimonio. La pérdida
de su esposa e hijas, le produjo una honda transformación en
su ánimo. De jovial y chistoso se transformó en misántropo.
Se refugio en la religión y se hizo penitente, visitando las
iglesias diariamente.

Se dedicó al comercio, adquiriendo paños y casimires que
vendió en su propia casa, obteniendo una buena ganancia.
Luego se asoció con el comerciante José Manuel Cea y se
embarcó para El Callao en 1822, cuando tenía 29 años y se
había sobrepuesto a su viudez.

A los dos años en 1824, regresó del Perú, donde obtuvo
excelentes resultados financieros, considerándosele como un
hombre acaudalado. Ese mismo año, Portales y su socio Cea,
remataron el estanco del tabaco, naipes, licores extranjeros
y té, es decir, el monopolio de internación y venta de estos
productos.

A cambio, su firma comercial se comprometió a cancelar
anualmente los intereses y a amortizar la deuda que el fisco
había contraído en Inglaterra. Pero el estanco fue rechazado
por la opinión pública, pues se le consideró como negativo
para el desarrollo de la industria del país.

Y si bien los socios tenían este privilegio, ello no fue
obstáculo para que otras personas se dedicaran ilegalmente a
la importación y distribución, a un precio más bajo de
aquellos productos. Por más que Portales y Cea trataron de
combatir a los contrabandistas, estos llevaban la delantera y
empezaron a causarles perjuicios económicos.

Finalmente, el Congreso decidió en 1826 que el estanco debía
volver a manos del Estado. Entonces, Portales consiguió que
el gobierno considerara a la compañía como concesionaria y no
propietaria del estanco, con lo que los socios pudieron
seguir operando y obtener una comisión sobre el valor de las
transacciones.

Hasta aquí Portales no había intervenido en política y aunque
no había pertenecido a ningún bando, se le tenía, como a toda
su familia, como un buen patriota. Pero, desde ese día
Portales con 33 años de edad, y sus colaboradores comenzaron
a constituir, sin proponérselo, un verdadero grupo político
llamado «Los Estanqueros», al cual se agregaron, a parte de
los colaboradores inmediatos en el negocio del estanco, Diego
José Benavente Bustamante, Manuel José Gandarillas Guzmán y
Manuel Rengifo Cárdenas.

A partir de esos días, comenzó a surgir la persona de
Portales en la vida política de la nación. Publicó un
periódico en Valparaíso que llamó «El Vigía» y después uno en
Santiago, llamado «El Hambriento», desde el cual disparaba
sus severas críticas al gobierno de los «pipiolos»,
encabezado por Ramón Freire Serrano.

El primer nombramiento ministerial de Portales se produjo en
1830, cuando el Vicepresidente José Tomás Ovalle Bezanilla,
durante la época conocida como “Acefalía del Ejecutivo”, le
asignó las carteras de Interior y Guerra, al ser rechazadas
por Mariano Egaña Fabre y José María Benavente,
respectivamente.

Portales exclamó en un arranque súbito: «Si nadie quiere ser
ministro, yo estoy dispuesto a aceptar hasta el nombramiento
de ministro salteador». Su decisión causó asombro, porque era
sabido que para Portales era un serio sacrificio aceptar
responsabilidades de gobierno y desatender sus propios
negocios.

En su cargo como Ministro y con 37 años de edad, impuso a los
contrarios todo el peso y rigor de la ley y organizó la
administración del Estado con un hondo sentido de
rigurosidad. Asimismo, creó la Guardia Cívica, que sirvió de
contrapeso al poder militar del ejército, controló a la
prensa opositora, y dio de baja a varios jefes militares,
muchos de ellos destacados hombres que habían actuado en la
época de la Independencia, por su participación en
actividades políticas.

Con la misma energía terminó con los funcionarios públicos
ineficientes, con los políticos pipiolos y con los
reaccionarios que quisieron aprovechar la derrota de sus
enemigos. Cambió por completo la fisonomía del país,
organizando un sistema de gobierno democrático, no
personalista y con un ejecutivo fuerte, eficiente y de una
alta moralidad.

Al año siguiente, en agosto de 1831, renunció a sus cargos y
se retiró a Valparaíso para volver a la actividad comercial,
siendo nombrado Gobernador de dicha ciudad. Pero quienes lo
reemplazaron, no se distinguieron por el celo funcionario que
él había impuesto como modelo de la administración pública;
este hecho lo volvió a la palestra pública, al formular una
serie de críticas al gobierno.

El nombramiento de Joaquín Tocornal Jiménez en la cartera de
Interior, hizo que la voluntad de Portales empezara a
prevalecer: Tocornal convenció al Presidente Joaquín Prieto
Vial, de que se debía consultar al ex ministro en varias
materias y este, lentamente, fue transformándose en
«imprescindible».

Cuando se empezó a hablar de una posible candidatura
presidencial de Rengifo para la elección de 1835, opositor al
pensamiento de Portales a esas alturas, éste hizo su
reaparición pública. Entonces Prieto lo nombró Ministro de
Guerra, Tocornal reemplazó a Rengifo en Hacienda, y luego
Portales asumió, sin dejar su cargo en Guerra, la titularidad
en el Ministerio del Interior. La disputa quedó así zanjada
definitivamente.

Mientras tanto, en la vecina República de Bolivia el General
Andrés de Santa Cruz aspiraba a formar una unidad con las
repúblicas unidas del Plata y Chile, para lo que inició una
política de intrigas, fomentando el descontento con los
gobiernos vecinos.

En Chile encontró tenaz réplica del Ministro Portales, cuya
personalidad no se vio amedrentada por las maquinaciones del
general boliviano, sino que presentó una enérgica
resistencia, organizando un ejército para el caso de tener
que entrar en guerra contra la Confederación
Perú-Boliviana.

Portales era partidario de la guerra, porque veía en la
existencia de la Confederación no solo un peligro político
para Chile, sino también a un poderoso rival económico.
Entonces se envió como Ministro Plenipotenciario Egaña, con
el encargo principal de conseguir el término de la unión de
aquellos países. Al fracasar las negociaciones, se declaró la
guerra, el 28 de diciembre de 1836.

En 1837, se encargó al Coronel Vidaurre la preparación de las
tropas. Este oficial, según muchas sospechas, tramaba desde
hacía tiempo un complot influido por Santa Cruz. Lo concreto
es que en el Motín de Quillota, cuando el Ministro revisaba
las tropas, fue detenido y al ser conducido a Valparaíso,
tras la derrota en el cerro Barón, Portales fue fusilado.

Este crimen provocó el repudio nacional, y si con su muerte
sus enemigos quisieron destruir su obra, se equivocaron, pues
ésta continuó merced a una de las sugestiones más profundas
que registra la historia en el plano político. Es, sin duda,
el más interesante de los políticos con que ha contado Chile
en su historia republicana.

Por somosfutrono

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