El General Manuel Bulnes Prieto al mando el Ejército
Restaurador, partió el 16 de junio de 1838 rumbo al Perú,
teniendo como objetivo terminar con la Confederación Perú –
Boliviana. Éste derrotó definitivamente a los confederados,
en la Batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839.
La Confederación Perú – Boliviana, estaba encabezada por su
Presidente el Mariscal boliviano Andrés de Santa Cruz,
adoptando también el título de Protector de la Confederación.
Tenía en sus planes incorporar a Ecuador, Argentina y Chile.
Sin embargo, el gobierno chileno exigió la disolución de la
Confederación y, al no obtener una respuesta satisfactoria,
le declaró la guerra en diciembre de 1836.
Las razones principales de este conflicto se originaron por
distintos motivos como: la rivalidad comercial entre Chile y
Perú, además Perú no le había pagado a Chile un empréstito de
la época de la independencia y por último el amparo
clandestino por parte de Andrés de Santa Cruz a dos barcos
comandados por Ramón Freire Serrano, que se dirigieron a
Chile para derrocar al gobierno de Joaquín Prieto Vial y su
Ministro Diego Portales Palazuelos.
Como este intento fracasó, Portales aconsejó declarar la
guerra a Santa Cruz y en un golpe dado a la Escuadra de la
Confederación, los barcos de ésta cayeron en poder de Chile.
El encargado de preparar una expedición hacia Perú para
disolver a la Confederación fue Manuel Blanco Encalada. Pero
en esos momentos estalló el “Motín de Quillota”, comandado
por José Antonio Vidaurre Garretón, el cual fue aplastado por
Blanco en el Combate de Barón.
En medio de la confusión, el Ministro Portales, que había
sido tomado prisionero en Quillota, mientras revisaba el
regimiento, por oficiales descontentos con su política, fue
fusilado el 6 de junio de 1837. Este suceso conmovió al país.
Mientras tanto, Blanco siguió al Perú con el ejército y
habiéndose internado en Arequipa firmó el Tratado de
Paucarpata, el 17 de noviembre de 1837, que reconoció a la
Confederación y comprometió a Chile a devolver los barcos
capturados.
En Chile fue muy mal acogido este tratado y el 18 de
diciembre del mismo año, el Gobierno de Chile redactó un
decreto por el que desaprobaba el Tratado de Paucarpata y
reanudaba las hostilidades contra el gobierno de Santa Cruz.
Entonces se ordenó una segunda expedición más numerosa, pero
esta vez bajo las órdenes del General Bulnes.
La batalla decisiva se desarrolló cerca del pueblo de Yungay.
Santa Cruz contaba con 6 mil 100 hombres y Bulnes con 5 mil
267. Esta lucha se dio en dos etapas, una a las nueve de la
mañana en el Cerro Pan de Azúcar y otra en la cuenca del río
Ancachs.
La Batalla de Yungay se cuenta entre las más sangrientas en
los anales de la historia americana. El Ejército de la
Confederación tuvo mil 400 muertos y mil 600 prisioneros,
casi todos heridos. Perdió además todo su material de guerra,
caja, banderas y hasta el archivo privado de Santa Cruz.
El parte oficial del comando chileno solo cuenta con 229
muertos y 435 heridos. Sin embargo, Gonzalo Bulnes, que
recogió información de su padre y de otros jefes que
participaron en la batalla, estima que las pérdidas de ambos
ejércitos fueron casi iguales.
Con el triunfo de Yungay se logró la disolución de la
Confederación Perú – Boliviana, adicionalmente se aseguró la
supremacía comercial y militar de Chile en el Pacífico Sur y
la consolidación de la Independencia, contribuyendo a la
unidad nacional.
Tras este triunfo, Bulnes fue recibido con gran algarabía en
Chile y nombrado Consejero de Estado por el Presidente
Prieto, como paso previo para lanzar su candidatura
presidencial. Así fue que dos años más tarde, el 18 de
septiembre de 1841, a los 42 años de edad, el hombre que
había vivido toda su vida en batallas, Manuel Bulnes Prieto,
llegó a la Presidencia de la República, para imponer la paz,
por el peso de la autoridad.