A horas de cerrarse el proceso de elecciones municipales,
vivimos el mágico momento en que los partidos políticos y sus
analistas tratan de explicar lo inexplicable. Si “no todos
ganaron”, al menos todos coinciden en que fue una feliz
oportunidad para escuchar “la voz del pueblo”. Argumentos
sobran: si unos perdieron algún municipio emblemático ganaron
en otros, y si no tuvieron éxito en alcaldes, en concejales
les fue mejor. En política, «Jalisco Zapata, sino se gana se
empata».

Tras las primeras francachelas electorales y las
declaraciones de las cúpulas podrá interpretarse
correctamente lo que pasó. Habrá también que descifrar lo
dicho por los candidatos presidenciales, que buscan agua para
su molino, Piñera con que «los resultados me comprometen» y
Lagos tratando de llenar el vacío de liderazgo de la Nueva
Mayoría; del resto, ¡no se oye padre!

Mientras aislamos los hechos más relevantes de la reciente
elección, cabe advertir en primer lugar que la abstención,
notoriamente mayor que en elecciones pasadas, revela el
desencanto generalizado del país y, segundo, que no habrá
muchas impugnaciones, como se pensaba, por parte de aquellos
candidatos que perdieron, con lo que el fiasco del padrón
electoral pasará a segundo plano.

Claramente, la Nueva Mayoría fue la gran afectada al perder
comunas emblemáticas como Santiago, Providencia, Ñuñoa,
Maipú, La Reina y otras tantas, lo cual pareciera no
preocuparles porque en una intervención «muy tranquilizadora»
la Presidenta dijo que había sido un acto cívico ejemplar y
que solo lo entendía como un llamado de atención para hacer
mejor las cosas. Ni tontos ni perezosos los gurús de Chile
Vamos se han apurado a “sacarle lustre” a los municipios que
ganaron y “el no candidato, candidato” Piñera señalo que este
eran el principio de los nuevos aires que soplaran en nuestro
país…

Lo que pocos han dicho es que se ha abierto un horizonte
totalmente distinto al que se veía hasta el domingo: el
triunfo de los «asistémicos», en su mayoría jóvenes de
izquierda, descolgados de los conglomerados tradicionales de
la Concertación y la Nueva Mayoría y que advierten el
surgimiento de una tercera fuerza que rompe peligrosamente
los equilibrios que hasta ahora habíamos tenido.

Por fin «habló la gente» y lo hizo a tres voces: los
desencantados que no fueron a votar porque no están «ni ahí»,
los rostros nuevos y los «asistémicos» que ganaron y, por
último, los que le dieron un amplio respaldo a la oposición.

Otro punto delicado a considerar en nuestro análisis es que
esta elección permitió distraer la atención pública de los
escándalos ocurridos el último tiempo, que por su
interminable secuencia se han ido «encapuchando» entre sí:
Transantiago, puente Cau Cau, Araucanía, Sename, Servel,
intervención electoral, cambio de gabinete (?), las
sociedades del ministro Campos, mientras el gobierno y la
Presidenta… «Como si vieran llover» (literalmente).

Siguiendo los consejos de ilustrados analistas, antiguos y
modernos, que nos enseñan que las cosas, en política, no son
siempre tan evidentes como creemos y nos recomiendan repasar
la historia y la literatura del pasado para entender mejor lo
que acontece en nuestro entorno, recordé a Marco Tulio
Cicerón, que hace dos mil años desenmascaró con la fuerza de
sus famosas Catilinarias al senador populista Catilina, con
notables discursos cuyo eco sigue vivo en la Historia. Creo
que si Cicerón fuera hoy tribuno en nuestro país volvería a
iniciar su primer discurso como lo hizo hace dos milenios en
el foro romano…. «¿Hasta cuándo, Michelle, abusarás de
nuestra paciencia?… ¿Nada consigue perturbarte?» (Sic).

CRISTIAN LABBE GALILEA

Por somosfutrono

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